CREANDO IDENTIDAD

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Garlito

Para que uno quiera el lugar donde nació, colabore para mejorar sus condiciones y maneras de vivir de sus habitantes, para crear identidad y se esté orgulloso del terruño, hay que generar sentimientos de afecto y fortalecer su pasado con miras a un futuro construido por la colectividad, obtendremos quizá, ciudadanos que amen el pueblo o ciudad donde nacieron, crecieron y probablemente mueran, en términos generales, donde se existió, incluso los no oriundos que decidieron ser de ahí; querer al pueblo de donde uno es o se desarrolla para defenderlo de intereses espurios y sea presa fácil de foráneos que malversarán su identidad, para protegernos nosotros mismos de invasiones silenciosas.

Personalidad

Con este propósito y ante una evidente falta de amor a las comunidades y pueblos por sus propios habitantes que sintiendo cierto desprecio en vez de permanecer a consolidar una población migran generando desapego y abandono y a la postre, atraso, subdesarrollo, inseguridad, pobreza; decenas de comunidades y pueblos, se encuentran en las más graves y peores condiciones de imagen, en otros el supuesto desarrollo comercial trastoca brutalmente personalidades de regiones y poblaciones, adquiriendo otras no nuestras; en cada entrada y salida de pueblos, uniformados por una cadena de tiendas de conveniencia, la identidad actual son comercios que venden cerveza o monopolios destructivos del comercio local, el intento de recuperar la identidad e imagen de pueblos y comunidades, está dentro de la Ley de Imagen Urbana, que de hacerse realidad ordenará la vía pública presa de delincuencia organizada y comercio informal que convierte a las poblaciones en mercadillos de inservibles.

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Ante esta euforia por resaltar la belleza de los pueblos y sus maneras de existir, porque esa es la esencia, no la comercialización indiscriminada, los pueblos mágicos también son su gente; evitar cadenas comerciales anodinas, cumplir reglamentos para la no invasión de banquetas por comercios o talleres, reordenar la vía pública y realizar obra de urbanización y embellecimiento de los pueblos, alguna vez toda la provincia mexicana era de pueblos bellos y mágicos, hasta que llegaron ediles que no defendieron sus raíces y gobiernos en aras de la modernidad, destruyeron usos, costumbres, tradiciones, por un capitalismo atroz; la identidad de una población puede ser hurtada por la afluencia desmedida de visitantes, vital contar con un ideario donde el turismo no sea una amenaza para la identidad de los pueblos, todos contribuimos a tener un bello pueblo o un páramo olvidado, una ciudad humanizada y no una urbe frenética y neurótica.

Perdida

En este tenor, se encuentra el proyecto de salvamento del Reloj de Pachuca y la Plaza Independencia, que desde aquí muchas veces dicho, fue la autoridad de cualquier nivel, quien más dañó este espacio público casi perdido, secuestrado por organizaciones, llámese artesanía o venta de libros, fue la alcaldía de la capital quien más fervientemente expulsó a los pachuqueños de su plaza principal; ahora se convoca a la ciudadanía a proponer qué Plaza Principal queremos, cómo defenderemos al Reloj y cómo evitar la ocupación permanente del espacio público; es tiempo de ordenamiento tras un siglo de saqueo, despilfarro y dictadura.

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Y en ese reordenamiento y búsqueda de identidad, es menester resaltar la imagen de nuestros héroes o personalidades de nuestra cultura, no promover personajes de dudosa procedencia, en Pachuca contamos con un espacio cultural y de esparcimiento, donde se ubica la biblioteca central, entre otras instalaciones; en nuestro calendario de héroes existen muchos hombres y mujeres cuyos nombres deberían ser el de ese parque, no el de aquel cuyo país hace de la guerra su seguridad, bautizado por su supuesta contribución a la democracia y libertad de la humanidad, cuando sabemos que su origen es la destrucción de otro pueblo, si queremos identidad renombremos ese parque por algo nuestro no de este personaje tan terrorista como los otros. 

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Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días
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