México y Biden

Nomografía

El pasado 20 de enero, con el ascenso a la presidencia de Joe Biden, se consumó en Estados Unidos uno de los procesos electorales más difíciles de las últimas décadas en medio de una sociedad polarizada y un clima de inestabilidad por el descontento con el manejo de la pandemia. En tal contexto, el replanteamiento y la consolidación de la relación de nuestro país con los E.E.U.U., será de extrema relevancia, máxime la magnitud y complejidad que involucra dicha relación, principalmente en temas de migración, comercio y seguridad. 

Los primeros días de esta nueva administración están marcando la pauta que seguirá E.E.U.U. en la conducción de su política interna, pero sobre todo, su actuación en organismos y foros multilaterales de los que forman parte. Ante esa realidad, la política exterior de nuestro gobierno deberá indudablemente formularse bajo el paraguas de la llegada de una nueva administración con prioridades totalmente distintas.

En cuanto a la política migratoria, el presidente Biden ha manifestado su intención de echar abajo políticas agresivas que fueron adoptadas por la pasada administración y reencauzar su participación en espacios multilaterales. En particular, la reunificación de familias migrantes obedece a un fenómeno que existe desde la pérdida del territorio con la separación de Texas y la construcción de redes familiares transfronterizas.

De igual manera, la garantía de derechos humanos hacia la población migrante no puede pasar a un segundo plano, por el contrario, tendrá que ser uno de los pilares de la cooperación regional. Después de la década de 1990 hemos observado un decremento en las aprehensiones en la frontera sur de los E.E.U.U. y desde 2014, han sido en mayor proporción de migrantes no mexicanos, revirtiendo la tendencia y poniendo en manifiesto el alcance regional de este problema que requiere de soluciones de la misma magnitud.

A su vez, las misiones diplomáticas mexicanas tienen la responsabilidad de velar por nuestros connacionales en el exterior y construir lazos duraderos y fructíferos con otras naciones. En ese sentido, el diálogo político ha tenido importantes logros en las últimas décadas, entre los que destacan la obtención de licencias de conducir a través de una matrícula consular en muchos estados, permitir que indocumentados asistan a instituciones educativas estatales y paguen como residentes, permitir a abogados indocumentados ejercer su profesión, casos de protección y asistencia, recursos para jóvenes económicamente imposibilitados para solicitar DACA, y muchos otros.

Estos esfuerzos, en conjunto, dan testimonio del camino que hemos recorrido en la concepción de elementos de bienestar compartido que trascienden administraciones y territorios. En tales circunstancias, habremos de afrontar el reto que se nos presenta en el marco del replanteamiento de la relación bilateral con nuestro vecino y principal socio comercial, a través de la construcción de espacios de entendimiento renovados para combatir los problemas estructurales que nos ocupan por igual. 

EMILIO SUÁREZ LICONA

CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA

@EMILIOSL

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