El sistema de partidos en toda democracia moderna cumple una función esencial: canalizar la participación ciudadana y estructurar el acceso al poder mediante plataformas políticas. Según la tipología de Giovanni Sartori, estos sistemas se pueden clasificar según el número de partidos relevantes: desde sistemas de partido único, hasta bipartidismos estables y pluralismos moderados o polarizados. A mayor pluralismo, mayor posibilidad de representación de sectores sociales diversos.
En este marco, la aparición de partidos que no solo responden a ideologías políticas o económicas tradicionales, sino a causas identitarias y sociales —como las ambientales, religiosas o étnicas— ha sido parte del desarrollo democrático contemporáneo. Dentro de esta tendencia, la conformación de partidos políticos LGBTIQ+ representa un esfuerzo por institucionalizar la lucha por los derechos y la visibilidad de una comunidad históricamente marginada.
Uno de los casos pioneros es Ladlad en Filipinas, cuyo nombre en tagalo significa “salir del armario”, fundado en 2003. Aunque inicialmente fue rechazado por la Comisión Electoral por motivos de “inmoralidad”, logró revertir la prohibición gracias a una sentencia del Tribunal Supremo. Su lema, “Mente abierta. Corazón abierto”, resume su proyecto de inclusión y reconocimiento legal.
En Europa, Alemania cuenta desde 1990 con Rosa Liste München, agrupación local con presencia constante en el consejo municipal de Múnich, centrada en la defensa de derechos LGBTIQ+. En Italia, el Partido Gay, de lema Chi se non noi “¿Quién, si no nosotros?” creado en 2020, combina causas LGBTIQ+ con una agenda liberal y ambiental. En Turquía, el Partido Democrático de los Pueblos ha integrado activamente los derechos LGBTIQ+ en su programa, adoptando una estructura organizativa que garantiza representación diversa.
Sudáfrica ha albergado intentos como el Embrace Diversity Political Movement “in defence of difference” y otras formaciones LGBTIQ+, aunque con visibilidad y éxito electoral limitados. En otros casos, la falta de recursos, hostilidad institucional o escaso respaldo ciudadano han contribuido a la disolución de varios partidos: el Australian Equality Party en 2018, Todos Somos Iguales en España tras 2011, o Les Mauves en Francia, por citar algunos.
Aunque muchos de estos partidos no han logrado consolidarse electoralmente, su impacto ha sido significativo. Han abierto debates, propuesto legislación en favor del matrimonio igualitario y presionado a partidos tradicionales a incluir cuotas y agendas LGBTIQ+ en sus plataformas.
Hoy, buena parte de estas demandas son impulsadas desde partidos mayoritarios o coaliciones progresistas. No obstante, la existencia de partidos LGBTIQ+ sigue siendo fundamental donde la representación simbólica y política continúa siendo insuficiente. En sociedades democráticas, garantizar espacios de representación efectiva es parte de construir igualdad real desde adentro.
La política diversa no solo representa a una comunidad: redefine las democracias del siglo XXI, recordando que la igualdad real se construye desde las urnas buscando la Inclusión en todo. ¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!
¿Está México preparado para tener a su primer partido político LGBTIQ+?
Por: Eduardo Quezada
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