Más que imágenes y discursos

Desde lo Regional

La política permanece en imágenes y mensajes. En las primeras quedan rostros, actitudes, poses y estilos. La lente capta en un instante las reacciones humanas, también gestos y emociones. Plasma el lenguaje corporal y así describe a las personas en su entorno, sus esmeros y cuidados,  reacciones y disimulos. En una fotografía se reflejan tristezas,  alegrías,  resentimientos y disgustos; también la gratitud y el enamoramiento. Son apenas instantáneas que reflejan vidas e historias, triunfos y fracasos, retos o sumisiones, pasmos o sorpresas. 

Lo mismo sucede con los discursos, la gran diferencia es que son producto de un proceso mental mucho más elaborado, y aunque la emoción desde la tribuna puede rebasar el propósito del mensaje, trasmite también intenciones y señalamientos que ponen en riesgo a quien los expresa si se producen mediante una improvisación, no así cuando se han redactado y reflexionado con anticipación.  Después de felicitar a un elocuente orador por el discurso que había pronunciado, uno de los oyentes le preguntó cuánto tiempo le había llevado construir  tan brillante pieza. La respuesta fue: toda la vida. 

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Imágenes y  mensajes nos señalan los  momentos claves de la historia, trágicos o épicos, pueden ser la referencia para identificarlos y entenderlos. Son breves lecciones de historia. Pero  no son todo. Para entenderles, para captar todo su principal significado, es necesario verlas y leerlos en el contexto de sus antecedentes, en especial cuando sus protagonistas son parte de la vida pública, particularmente si hacen política. Solo así captaremos el valor y la trascendencia de lo visto y escuchado.  

Apenas el domingo anterior inició en Hidalgo una nueva etapa institucional con la apertura de una nueva legislatura, la LXV. En un ambiente de normalidad se repitió ese acto jurídico-protocolario como tantas veces a largo de los más de ciento cuenta años de vida del estado.  Salvo una presencia que marcó la diferencia: la del gobernador que en los últimos tres inicios del periodo legislativo ordinario de sesiones, estuvo ausente. Concluyó así la característica que marcará la relación de ambos poderes durante la primera época de gobierno divido que tuvo la entidad. Será  recordada por  tensiones y desencuentros, independientemente del análisis que nos arroje el saldo histórico. 

Ahí están las imágenes de esa mañana, vistas en vivo o en repetición, publicadas y comentadas en redes sociales y medios periodísticos. Son más que eso.  Anuncian un cambio que abre la posibilidad de una relación diferente, más inteligente y por tanto productiva, necesaria  en esta entidad donde un día perdido solo alarga los faltantes.  

También los mensajes. Sin desperdicio el del gobernador por la entrega de su quinto informe de gobierno. El del presidente del Congreso, para tenerlo por recibido, y el del presidente de la Junta de Gobierno, mesurado, propositivo, sin perder su condición de opositor.  Cada uno merece lectura detallada. Los tres son la llave que abre una puerta a la política de altura, la que deseamos y merecemos las y los hidalguenses. 

Me quedo con una frase del gobernador Fayad: el tiempo y la vida me enseñaron a ver más allá de intereses de partido. 

En este tiempo mexicano, lo que sucede en Hidalgo es imagen y discurso que sirven al federalismo. Nuestras prácticas políticas reflejan voluntad alimentada con la experiencia de transitar, en breve tiempo, de un estado de cosas a otro de vertiginosa transformación.     

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