Mal humor social

Mal humor social

Desde hace un par de semanas, Pachuca ha sido escenario de episodios de violencia urbana que quizá no se deban simplemente a choferes sin educación vial o a defectos en la ley de tránsito estatal.

Jorge Romero
Junio 20, 2025

El Faro

Desde hace un par de semanas, Pachuca ha sido escenario de episodios de violencia urbana que quizá no se deban simplemente a choferes sin educación vial o a defectos en la ley de tránsito estatal.

En el ámbito periodístico, pero también en el sociológico existe el término “mal humor social” que ha sido utilizado para describir un estado colectivo de descontento, irritación o frustración en una sociedad, sobre todo en contextos urbanos y políticos.

¿Qué empuja a una persona a pelearse y arriesgar su vida por un incidente de tránsito? Algunos analistas apuntan a que se debe a múltiples factores que se acumulan como si fuera una olla exprés.

Desigualdad económica persistente, inseguridad o violencia cotidiana, corrupción, servicios públicos deficientes, y expectativas frustradas de movilidad social son algunos ingredientes que podrían estar atrás de la violencia urbana que hemos visto en Pachuca y otros municipios como Tizayuca en los últimos días.

La capital de Hidalgo se ha vuelto muy complicada, no sólo por el crecimiento de la mancha urbana, sino por una pésima planeación. El resultado de esa ecuación se refleja en malos servicios públicos que dificultan la vida cotidiana.

Trasladarse en la ciudad es un dolor de cabeza, el transporte se ha deteriorado y buena parte del parque vehicular, aparte de estar en mal estado, es insuficiente para la alta demanda de pasajeros. Punto y aparte son los choferes que cotidianamente maltratan a los pasajeros sacando su frustración de manera violenta a la menor provocación.

No es correcto generalizar, pero solo basta usar unos días el transporte público para darse cuenta de que la mayoría de los choferes no hacen bien su trabajo.

Ahora bien, si uno tiene la posibilidad de trasladarse en su propio coche,  los problemas tampoco desaparecen. El mal estado de las calles, el caos por el aumento del parque vehicular, el alto precio de la gasolina, y la falta de empatía de los demás conductores provocan que manejar sea cada vez más difícil e inseguro.

La semana pasada fuimos testigos de un acto de salvajismo extremo: un taxista apuñaló a un ciudadano tras pelear por un simple incidente de tránsito. A los pocos días un conductor de un auto particular mandó al hospital a un chofer de transporte público luego de que éste le reclamó por obstruir la entrada a un paradero. Esta misma semana cámaras captaron otras tres riñas: una en Tizayuca, donde varias personas golpearon a un taxista; otra en la popular colonia Providencia, y la más reciente en la céntrica avenida Madero.

¿Simple casualidad o síntomas de un mal humor social que se propaga de manera silenciosa?  Hay que tener en cuenta que en México no hemos podido superar un ambiente de polarización que se remonta varios años atrás. Es común ver que incluso las reuniones familiares terminen en pleitos cuando alguien se atreve a hablar de política.

En otros entornos como el laboral o el vecinal, también es frecuente ver cómo los conflictos se dirimen de manera violenta, lo que habla de una sociedad cada vez menos tolerante. Ante ese entorno de exasperación y tensión, se recomiendan acciones como la reconstrucción del tejido social mediante espacios de encuentro, participación ciudadana y redes de apoyo.

En el caso de Hidalgo, urge mejorar por lo menos los servicios públicos: el transporte, la seguridad, el acceso a la salud. También se pueden hacer cosas desde el ámbito educativo: sembrar la empatía y corresponsabilidad desde las escuelas.  Cualquier acción que ayude a disminuir la tensión y la violencia urbana será bienvenida.