El último de la fila reinventa sus canciones 25 años después

Las canciones son vida… biografía pura; aportan sentido a la experiencia existencial y sensible… no sólo son importantes, son fundamentales y ello viene a cuento por el inesperado y casi insólito regreso de los catalanes de El último de la Fila, una de las joyas más preciadas y preciosas en la orfebrería del rock que se ha compuesto en español.

Llegué a ellos gracias a Espacio 59, la estación de AM que vino a suplir a “La Pantera”, allá en la década de los ochenta y que aprovechó el estallido de aquello que se llamó “Rock en tu idioma”; en aquel proyecto del núcleo Radio Mil sonó música extraordinaria y que vino a abrir brecha en un terreno sonoro inexplorado en ese momento.

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“Paso al loco de la calle/ Paso al ansía de vivir” formaba parte del estribillo de la canción con la que se presentaron en México; aquello sonaba a poesía musicalizada y hasta un aire flamenquillo tenía. Sencillamente, me dejó fascinado. “El loco de la calle” apareció por vez primera en Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana (1985) pero fue regrabado dos años después en Nuevas Mezclas.

Mi experiencia y feligresía definitiva hacía Manolo García y Quimi Portet vino con Enemigos de lo ajeno, el álbum que lanzaron en 1986 y que es maravilloso (casi no tiene temas menores). Así que cuando partí rumbo a París en 1991 conté con la suerte de que se presentaran en el legendario Ellysé Montmartre y en aquella noche de gloria me coloqué en primera fila para perderme en aquel hermoso despliegue de rock mestizo.

Me hice con el setlist del concierto, pero un brote casi sicótico de una fan española hizo que terminara por regalárselo -así fueron las cosas-; Y hoy me encuentro completamente arrobado de nostalgia al escuchar una y otra vez Desbarajuste Piramidal, el disco en el que han decidido regrabar 24 de sus canciones, justo cuando se cumplen 25 años de que anunciaron que el proyecto entraba en el dique seco.

Y el sonido del nuevo disco es completamente prístino y potente; Quimi Portet tocando mejor que nunca la guitarra y Manolo García en plan de un semidios del canto. La nostalgia brota desde los primeros segundos: “¿Dónde estabas entonces?/ cuando tanto te necesite”. Pusieron al principio a “Insurrección”, una pieza que es una lección máxima a la hora de valorar el uso del lenguaje aplicado al rock en castellano; ahí quedan frases tales como: “barras de bar/ vertederos de amor”, “retales de mi vida/ fotos a contraluz”.

No hay tregua alguna… estamos ante grandísimas canciones; por ejemplo, “Querida Milagros”, que es una hermosa carta de amor de parte de un soldado muerto hallado muerto en el frente y dirigida a su amada donde le da cuenta de la atrocidad de la guerra.

Y podríamos seguir, porque también está “No me acostumbro”, una reflexión sobre la vida adulta y que incluye una letra de una calidad superlativa: “Un ángel sobrevuela la tela invisible de araña/ que el tiempo puso en ellas y no logro recordar/ ¿Por qué esas flores raras crecen en las aceras para ti?/ Volveré a cogerlas, sabes/ No me acostumbro a estar sin ti”.

Tampoco podríamos dejar de lado a “Aviones plateados”, que habla de libros, discos y pintura para en algún punto soltar esa sentencia inolvidable: “Y tú siempre dices que soy/ Un alma del averno/ Tendré que darte la razón/ Quizá sea cierto”.

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El último de la fila grabó siete álbumes llenos de inspiración de principio a fin y es así que temas tan logrados como “Cuando el mar te tenga” y “Lejos de las leyes de los hombres” suenan completamente renovados e impolutos.

Se trata de un repertorio inolvidable y lleno de poesía del que no se puede decir que haya envejecido bien, pues este sigue siendo su tiempo y es por ello que tienen un sitio de honor en el cancionero popular español y entre los escuchas sibaritas de otras latitudes; no en vano a ellos les debemos un pronunciamiento muy preciso y de fondo: “Mi patria en mis zapatos/ Mis manos son mi ejército”.

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