El retroceso de los derechos humanos y laborales
En contra del mar
A partir del 2012, el 1ro de mayo se ha convertido en un recordatorio de que un derecho fundamental no es perpetuo sino es apropiado por la sociedad.
Se habla un montón del principio de progresividad y no regresividad de los derechos humanos, que en palabras simples significa que no se pueden dar pasos atrás cuando ya se ha garantizado un derecho. Suena muy bonito, sin embargo, lograr este principio también depende de factores sociales y políticos que no siempre tienen esta base ideológica.
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¿Se puede estar en contra de los derechos humanos?
Sí. En realidad, si la sociedad civil y los movimientos sociales existen es porque vivimos en un contexto que todos los días busca negar derechos fundamentales a ciertas personas o grupos. Y muchas veces, aunque gran parte de la sociedad busquemos defender esos derechos, si en el poder se encuentran personas que no, se da toda la situación perfecta para retroceder.
En 2012 se dio la que considero, la reforma más regresiva en materia de derechos laborales. Las modificaciones que se hicieron a la ley se pensaron, en todo momento, en favor de la clase empresarial, que incluyeron nuevas formas de contratación que facilitan la rescisión de la relación laboral y que terminó de dar un golpe a la organización sindical, que empezó con la extinción de Luz y Fuerza del Centro.
Quien se encontraba en el poder en aquel momento era Felipe Calderón, que decidió utilizar por primera vez en la historia la figura de la iniciativa preferente, enviando su proyecto de ley al Congreso.
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El PAN nunca ha sido la primera fuerza política del país, pero entre 2002 y 2012 supieron leer el contexto social y político del país, para poder hacerse de posiciones de poder. Un país cansado de la dictadura perfecta, que tomó la opción que consideraron la adecuada en aquel momento.
Los gobiernos federales encabezados por el PAN no hicieron más que velar por intereses estrictamente privilegiados, pisoteando derechos humanos básicos. Resulta curioso, porque de igual forma fue en el periodo de Calderón, casi un año antes que se aprobó la reforma constitucional en materia de derechos humanos.
A más de 10 años de estas reformas hoy podemos ver los efectos: hay una generación, de la que soy parte, que ya no tiene condiciones para pensar en estabilidad en el empleo, prestaciones, pensión, jubilación. Aunque aún existen sindicatos, su poderío (ojo, también eran y son muy cuestionables los manejos internos del poder dentro de ellos) no es el mismo que antes de estas reformas y su debilitamiento significo la perdida de la defensa de los derechos laborales, que al menos eran un contrapeso muy importante ante el poder.
Y aunque la 4T ha dado algunos pasos para recuperar algunos de estos derechos, falta mucho para saldar esta deuda con la clase obrera, que urge ser reparada y saldada.