25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer

In principio erat Verbum

“Rompe el silencio. Cuando seas testigo de la violencia contra las mujeres no te quedes de brazos cruzados. Actúa.”  

Ban Ki Moon 

Esta fecha fue elegida durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en 1981, haciendo un homenaje a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal activistas que lucharon contra el gobierno del dictador de República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo y quienes, lamentablemente, fueron brutalmente asesinadas. 

Es probable que a pesar de que cada 25 se habla sobre el mismo tema y claro con mucho más énfasis el día de hoy, al final se crea que poco se ha avanzado sobre la disminución de la violencia, sin embargo, sí algo hay que reconocer es que, escribir, mencionar y reconocer el problema de forma constante da una pauta para hacer un alto y repensar la manera de afrontar la situación, porque mucho queda aún por avanzar. 

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No podemos negar que desde hace varias décadas la violencia contra las niñas y mujeres se ha hecho más visible, pero a pesar de ello, las cifras continúan colocándolas como uno de los sectores que más sufren agresiones y abusos, de acuerdo a ONU Mujeres una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia sexual, principalmente por un compañero sentimental, y alrededor de 15 millones de adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. 

México no se encuentra en una situación privilegiada, por contrario la situación de violencia que viven las niñas y mujeres continúa siendo alarmante e indignante, tan solo en datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de forma constante se ha mantenido un incremento anual en el número de feminicidios pasando de 412 (2015) a 946 (2020). Este 2021 tampoco se ha evidenciado una disminución importante, ya que las 736 muertes registradas hasta septiembre de este año, se traducen en un promedio de tres decesos por día, pero, además, en agosto se tuvo la cifra más alta con 105 muertes desde 2015. 

Si bien es cierto que existe trabajo frente a las agresiones que sufren las mujeres, los feminicidios continúan acaparando titulares, es probable que al buscar el término aparezcan cientos de notas de prensa con encabezados que dejan escozor en el alma: padres, hijos y hermanos acusados del mismo hecho, irregularidades en investigaciones y culpables impunes, que al final solo dejan como resultado una sociedad con miedo, resentimiento y cada vez más desconfiada de las instituciones de procuración de justicia. 

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Hoy 25, que conmemoramos un día más en la batalla contra la violencia de género, tendríamos que hacer un alto nacional, reflexionar sobre aquello que hemos hecho mal y sobre aquello que nos hace falta considerar; no voy a negar que el camino recorrido ha sido significativo, pero esto no quiere decir que sea suficiente.  

Tenemos que admitir que mucha de la violencia ejercida proviene de los estereotipos, de modelos o patrones que han sido inculcados y los cuales con el paso de los años deberían quedar atrás como: limitar las aspiraciones laborales, censurar la manera en la que visten, establecer roles de género o restringir su apariencia física, entre otros; porque hoy ante una realidad cada vez más complicada debemos reaprender, transformar aquello que consideramos como “exclusivo” y detenernos a reconsiderar la manera en la que hemos visualizado a las mujeres y la manera en la que podemos volvernos un aliado.  

¿Por qué debemos continuar visibilizando la violencia y haciendo un alto cada 25 para analizar y replantear los esfuerzos? Porque las agresiones han llegado a extremos inhumanos, porque es importante hacer un recuento de las muchas agresiones y muertes que nos han conmocionado en los últimos años, de la brutalidad de asesinatos, porque debemos eliminar el aún permanente estigma de poner la culpabilidad en una sola condición: la de ser mujer. 

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.  

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