VENENO ESCOLAR 

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Garlito 

Una imagen desconcertante, que nos deja la pandemia covid-19 en el subconsciente, estampa triste de lo que no debe suceder más, escuelas absolutamente abandonadas de niños, nada más lamentable y patético, que aulas vacías y patios desolados, silencio en vez del griterío y barullo escolar, entre más escándalo, nos indica la buena salud de niñas y niños que ahora inciden en las decisiones del mundo de los adultos, porque hubo un tiempo en que este sector de la sociedad, estaba absolutamente sometido, hoy día, sus opiniones valen, su visión del mundo y sus exigencias; la otra imagen que nos deja la pandemia covid-19, es que tenemos a nuestros infantes y adolescentes entre los grupos vulnerables que esperan atención. 

Tiendita  

Es la escuela para las niñas, niños y adolescentes, algo más que un lugar donde aprender leer, escribir y descubrir la realidad, es un espacio donde ellos son los que mandan y son el centro de atención, cosa que no sucede en todos los hogares, si lo tienen, es sobre todo, donde sostendrán contacto con los otros y conocerán distintas realidades, aprenderán a interactuar y relacionarse, además de los conocimientos académicos, la escuela es un refugio también para muchos infantes y un santuario donde quizá, solo quizá, podrían estar fuera de cualquier peligro, así los dicta la utopía; son las escuelas o deberían ser, palacios, fortalezas que garanticen total seguridad, incluso de sus familias, sin embargo intramuros o fuera de ellos hay riesgos. 

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El alegre caminito a la escuela, alguna vez fuera de peligro, es ahora territorio difícil, donde el medio social influye más que los maestros o padres y entorno alentador para las tentaciones; idéntica problemática que sufren instituciones gubernamentales, hospitales y escuelas, es la invasión en sus inmediaciones de puestos ambulantes de sustancias peligrosas, excesos de azúcares, alimentos chatarra, abundancia de almidones, aguas que parecen de limón y saben a jamaica, frutas con preparaciones no muy higiénicas, botanas con abundancia de sales y un extenso etcétera de productos nocivos para infantes, que impunemente se venderán pese a su prohibición en las afueras de las escuelas, autoridades sanitarias, municipales y educativas que sin duda participan en el alquiler o venta de espacios en la vía pública, en el arroyo vehicular, pero siempre a un lado de una primaria o secundaria; grandes negocios igual las tienditas escolares, controladas por grupos y funcionarios vendiendo productos nocivos para niños, niñas y adolescentes, el viejo régimen no hizo nada; es tiempo de actuar. 

Cooperativa  

Durante décadas, las tienditas escolares son un negocio turbio y muy próspero, por años estas fueron concesionadas, rentadas o vendidas por medio de trámites oscuros y difícil acceso, pero hubo y hay quien tiene dos o más tiendas en diferentes escuelas, asegurando una clientela voraz, dócil e inocente, la infancia, vendiendo productos de dudosa calidad y segura anomalía alimentaria, sin que directivos, que nada les importa la salud de sus alumnos, permiten o no denuncian la violación al reglamento que impide se expenda dentro y fuera de las escuelas, comida chatarra, dan una espantosa imagen, ensucian los frentes de las instituciones educativas y se apoderan de las calles; la autoridad educativa debe tomar cartas en el asunto ya que la alcaldía pachuqueña, en su narcisismo, es obsoleta; si es tiempo de limpieza comencemos en las escuelas, dejémoslas libres de todo peligro para las y los infantes, entre ellos, quienes se enriquecen por medio envenenar al alumnado.  

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Cuando uno observa los puestos de dulces y chucherías, destinados para el cliente de entre 5 y 15 años, ve que todo está marcado como producto nocivo, cuya prolongada ingesta puede causar daños a la salud; hubo un tiempo en que se denominaban cooperativas escolares, nombre desechado por su parentesco con el socialismo, donde el resultado de las ganancias era para mejorar las condiciones del plantel, pero alguien trastocó todo y privatizaron ese negocio y solo mejoró sus condiciones personales, el caminito de la escuela hoy está plagado de peligros.  

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Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días
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