Las terribles pandemias que han asolado al país

Historias que contar

Desde las conocidas de manera genérica como pestes en el periodo precolonial (cocoliztles, en náhuatl) hasta el cólera morbus, la fiebre, amarilla o la influenza española, José N. Iturriaga hace un recuento minucioso de estas enfermedades que ha asolado al país hasta llegar a la actual Covid-19.

Economista y doctor en Historia, es autor de innumerables libros sobre gastronomía, tradiciones, viajes, así como experto en la historia sobre viajeros extranjeros en México. Multipremiado. Es igualmente prolífico en biografías novelada (Charlas de café con…Agustín de Iturbide, 2009) y diversas novelas, entre otras Linaje de brujos, 2013.

Del interesante volumen que se comenta, dice.

“Al avanzar y profundizar en esta investigación, me sorprendió la gran cantidad de especialistas de todo el mundo y de México que se han abocado al tema de las epidemias y su historia.

“Semejante cúmulo de libros y ensayos al principio me desanimó, pues evidencia una materia que nada tiene de virgen, sino todo lo contrario: hay estudios por enfermedad, por época, por región o hasta por pueblo, con enfoque histórico, médico, sociológico, demográfico o antropológico…pero finalmente se observa que no los hay compendiosos de todo ese arcoíris, en un solo volumen”.

Ciertamente en su trabajo enumera con precisión, desde antecedentes en el planeta, albores de enfermedades del México prehispánico hasta este 2020.

Distingue:

“Aunque las definiciones de la Real Academia de la Lengua Española no coinciden exactamente con el uso que hoy se les da a las palabras epidemia y pandemia, lo cierto es que su acepción actual está generalizada: la epidemia tiene una cobertura local o regional o nacional, en tanto que pandemia es internacional”.

La terrible Peste Negra

La más devastadora epidemia en la historia de la humanidad fue en el siglo XIV, la Peste Negra (peste bubónica), que quizá se originó en China e India y llegó a Europa y África; se estiman hasta 60 millones de personas muertas en Asia y África y hasta 25 millones en Europa, entre ellas el rey de Castilla, Alfonso XI. Esa epidemia redujo la población europea entre un 30% y un 60% y dio un vuelco profundo a la economía y a la sociedad.

Se considera que propició el término de la Edad Media y la llegada del Renacimiento.

Interesante consideración del autor.

“Ante la ignorancia y consecuente impotencia para combatir las epidemias y en general las enfermedades, el ser humano, para curarlas, ha echado mano de las prácticas mágicas y de la religión, apoyándose a veces en la información astrológica. Hechizos, brujerías, conjuros, exorcismos, ensalmos, vírgenes y santos han fracasado. La misma ciencia médica, aunque con avances impresionantes, sigue teniendo retos invencibles”.

“No es sino hasta finales del siglo XVIII cuando se inventan las primeras vacunas, en concreto para prevenir la viruela. Por cierto, que la palabra vacuna proviene del ganado vacuno, pues de cultivos en esos animales surgió la sustancia para inocular a las personas”.

Los textos de Iturriaga aparecen en nueve bloques bajo impecable presentación cronológica en que aparecen numerosos estados del país alguna vez agobiados por enfermedades epidémicas.

Muy arbitrariamente se reproducen algunos, ante la imposibilidad del espacio de aludirlos a todos.

Del siglo XVIII hay uno titulado “Siendo insuficiente los hospitales” que nos lleva a lo que por hoy se padece el país.

“El historiador de la medicina Pablo Lorenzo Laguarta, informaba sobre las viruelas de 1779 que fueron insuficientes todos los hospitales de la Nueva España para recoger el número tan elevado de enfermos que ocasionaba ‘multitud de defunciones’ calculadas en 40 mil personas, en donde se ve la variabilidad de las diversas estimaciones”.

“El arzobispo Alfonso Núñez de Haro y Peralta, deseando remediar y aliviar esta situación, solicitó del virrey se le entregase el edificio de San Andrés, con objeto de instalar allí un hospital con cuatrocientas camas. Las autoridades ayudaron al arzobispo en su tarea humanitaria y se estableció el hospital que realizó una labor extraordinaria en el orden benéfico, sirviendo además para favorecer el adelanto de la medicina en México”,

Otro se titula, del siglo XVII, “Si se salva fue la virgen, si se muere…”.

“La impotencia ante la muerte y desolación que acarrean las epidemias ha propiciado el fervor religioso popular, en la búsqueda de sanación y consuelo. Por supuesto, el primer recurso del pueblo mexicano ha sido la Virgen de Guadalupe, pero otras advocaciones de María también han sido activas luchadoras contra los males epidémicos, en el ánimo del pueblo.

“El jesuita Francisco de Florencia, 1620-1695, nació en la Florida. Rector del Colegio del Espíritu Santo en Puebla y posteriormente también en México, fue calificador del Santo Oficio y escribió el Zodiaco mariano a fines del siglo XVII.  El texto fue ampliado por otro jesuita, el colombiano Juan Antonio de Oviedo, 1670-1757”.

“El año de 1541 infestó a México y sus contornos una fatal epidemia de que murieron muchísimos. Una procesión de indiecitos e indiecitas de seis a siete años, pidieron a la Virgen de Guadalupe que se interpusiese con su Santísimo Hijo para que se aplacasen sus enojos y cesase la epidemia”.

“El efecto maravilloso fue que muriendo hasta entonces más de cien cada día, desde aquel día apenas eran uno o dos los difuntos, y poco a poco se acabó del todo, por la intersección de la Virgen, el contagio”.

“Durante el Virreinato, la Virgen Morena fue la preferida de los indígenas, en tanto que la de los Remedios lo fue de los españoles”.

Y vienen a continuación, en lo apuntado por los jesuitas, otros ejemplos de fervor religioso.

Sin duda, lo precisado por José N. Iturriaga, ayuda a entender el pasado, aunque saber más adelante del coronavirus, difícilmente por ahora podría conocerse.

De Penguin Random House Grupo Editorial, la edición es muy reciente, noviembre de 2020.

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