Error, dejar de usar tapabocas; no hay prisa, señalan expertos

Forma parte de nuestro día a día. No salimos a la calle sin él. Sin embargo, a principios de 2020 el cubrebocas era un dispositivo ajeno para la mayoría, y ahora, ante la posibilidad de que su uso sea limitado a algunos espacios, nos negamos a dejarlo por el riesgo de un contagio de covid-19.

A dos años de iniciar su uso masivo, el gobierno federal, con el apoyo de expertos, analiza la pertinencia de seguir usándolo, tanto en espacios abiertos como cerrados.

Especialistas advierten que “no hay prisa por dejar de usar el cubrebocas. Hacerlo en los espacios cerrados o abiertos sin sana distancia, sería un error”. Para la población, en particular los adultos mayores o personas con comorbilidades, su uso aún sigue siendo necesario, especialmente para quienes han padecido los efectos del covid grave y la pérdida de familiares.

No obstante, los jóvenes están más predispuestos a dejar de utilizarlo si así lo disponen los gobiernos. “A mí no me preocupa dejar de usarlo, me siento segura en la calle y en el salón de clases, además todos mis amigos están vacunados”, señala Sofía, de 20 años.

Al respecto, el doctor Mauricio Rodríguez Álvarez, vocero de la Comisión universitaria para la emergencia del coronavirus de la Universidad Nacional Autónoma de México, enfatiza que el uso del cubrebocas “es una responsabilidad de la ciudadanía, no necesariamente es una decisión de los gobiernos. Esa etapa ya pasó”.

Clementina es categórica: “No lo voy a dejar de usar ni en espacios abiertos ni en cerrados. En mi caso, mis ocho hermanos enfermamos gravemente y perdí a mi padre. Siento que a mí el cubrebocas me ha ayudado mucho, personalmente no lo voy a dejar de usar ni le recomendaría eso a mi familia”.

Su uso fue incómodo al principio, reconoce Josefina, de 80 años, pero “no había miedo, sino pavor a la enfermedad. Lo usé para protegerme y para darle tranquilidad a mis hijos. Ahora es parte de mi vida cotidiana. No salgo sin él de casa, nunca lo olvido, me acompaña a todas partes: al mercado, al doctor y hasta al salón de belleza”.

El uso del cubrebocas está tan extendido que hay de marcas de diseñador; se volvió un emprendimiento para algunos; se eligen por color para combinarlos con el atuendo, incluso, hubo un aprendizaje sobre los tipos de filtración que ofrecen: si son tricapa, de grado médico o si se debe evitar el llamado cubrebocas egoísta que usa válvulas.

Dejar de ponérselo en lugares cerrados, aunque se conserve la sana distancia, “no es suficiente, porque los aerosoles flotan en el ambiente por varias horas y nos podemos contagiar”, afirmó el doctor Rafael Bojalil Parra, profesor investigador del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana. Lo que debemos hacer, explicó, “es dejar de usarlo en lugares abiertos, si hay distancia de un 1.8 a 2 metros, pero no en lugares cerrados como el transporte público, las oficinas y las escuelas”.

Recomendó una tríada: “vacunar a la mayor cantidad de población total, ventilar los lugares adecuadamente y seguir usando cubrebocas en espacios cerrados”.

Sin embargo, Rodríguez Álvarez enfatiza que “orientar a la población a dejar de usar el cubrebocas en lugares al aire libre, pero mantenerlo en los cerrados, puede llevar a confusión, porque ¿dónde inicia un espacio abierto? Si estoy en un parque y hay mucha gente no es adecuado quitarlo o, si voy a un estadio ¿y está lleno? Es mejor mantener su uso”.

Con la llegada de la pandemia de covid-19, el mundo sufrió una escasez crónica de insumos médicos, entre ellos el cubrebocas, que fue ocasionado por compras de pánico, acaparamiento y uso indebido de estos productos.

En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud advertía que podía haber interrupción del suministros de equipos de protección personal, incluidos los cubrebocas, para los trabajadores sanitarios y quienes cuidaban a los enfermos en la primera línea. En diciembre de ese año, emitió nuevas recomendaciones para el tipo de mascarillas de tela, que son reutilizables y funcionan para evitar el contagio.

En México, su implementación como parte de la política nacional para enfrentar la pandemia tuvo altas y bajas. El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, enfrentó una polémica, pues en un principio señaló que no servía para prevenir la transmisión del virus, pero después matizó su posición y apuntó que podía tener utilidad si lo usaban las personas enfermas a fin de reducir la emisión del virus al ambiente.

Incluso, el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo, durante los primeros meses de la emergencia sanitaria, que el uso de la mascarilla “no es indispensable, hay otras medidas y pienso que lo mejor es la sana distancia y el cuidarnos nosotros”.

Pese a ello, afirma Rodríguez Álvarez, en México el uso del cubrebocas se adoptó rápidamente y se mantiene como una de las medidas de prevención con mayor aceptación. No obstante, esa ventaja se podría perder, advierten los especialistas, si se toman medidas precipitadas.

Por Laura Poy y Carolina Gómez / La Jornada

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