Emisiones de la Termoeléctrica afectan también al Valle del Mezquital: activista  

La Termoeléctrica de Tula, Francisco Pérez Ríos, opera fuera de norma con la quema de combustóleo, lo cual genera severos problemas a la salud pública. Tan solo en el Valle del Mezquital las emisiones del complejo de Tula afectan a más de 470 mil personas, es decir, al 16 por ciento de la población de Hidalgo 

Así lo informó, en entrevista con La Jornada Hidalgo, Pablo Ramírez, especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México, quien señaló que la problemática que vemos es que Tula es un ejemplo claro y contundente de las afectaciones que tiene el modelo fósil en la salud de las personas y en el ambiente. 

Sobre todo porque la Termoeléctrica de Tula es una de las centrales más grandes del país y se encuentra en una de las zonas más densamente pobladas que es la zona Megalopolitana, así que sus emisiones son responsables de hasta 16 mil muertes prematuras al año en la zona de influencia, señaló el activista. 

“Tula es un claro ejemplo del porqué tenemos que hacer una transición energética, justa, limpia y ambiciosa socialmente. Actualmente la Termoeléctrica funciona, en más del 70 por ciento de su capacidad, con la quema de combustóleo que es uno de los combustibles más sucios que existen para generar electricidad” dijo. 

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Asimismo, Pablo Ramírez detalló que el complejo de Tula, conformado no solo por la Termoeléctrica sino también por la refinería Miguel Hidalgo, tiene implicaciones muy graves en la emisión de gases efecto invernadero, pero también están emitiendo monóxido de azufre que daña severamente la salud de las comunidades aledañas. 

La operación de la Termoeléctrica fuera de ley 

Pablo Ramírez señala que la quema de combustibles fósiles de la Termoeléctrica de Tula no solo contribuye el cambio climático sino que además nos está enfermando y nos está ahogando, lo cual se puede ver en la zona Metropolitana del Valle de México, pero principalmente en las comunidades cercanas al complejo Tula. 

Ahora bien, el activista ambiental puntualizó que si bien la Central Termoeléctrica de Tula tiene un permiso para operar por parte de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), ese permiso no incluye la quema y uso de combustóleo, lo que significa que está operando con combustible para el que no tiene autorización. 

Lo peor no es que opere fuera de ley con combustible que no tiene autorizado, sino que además, el combustóleo que están utilizando supera en casi un 100 por ciento el límite máximo permitido por la norma de la CRE, lo que deviene en emisiones que superan las normas de salud ambiental, principalmente en cuanto a los niveles de monóxido de azufre. 

Las emisiones superan en más de 100 veces en la zona de influencia y esto hace que tan solo el material particulado PM2.5 que se lanza al medio ambiente por el complejo de Tula, sea responsable de hasta 16 mil muertes prematuras al año en la zona de influencia, recriminó el miembro de Greenpeace México. 

Es posible alcanzar un nuevo modelo sin reforma energética  

El especialista recordó que el modelo fósil con el que opera la Termoeléctrica de Tula no funciona porque es un modelo sucio y que sigue la lógica del despojo, por lo que debe mejorarse y avanzar hacia un modelo más sustentable que permita reducir los niveles de contaminación y las emisiones que enferman a la población. 

De ahí que se le preguntó a Ramírez sobre las implicaciones de la reforma energética en poder avanzar hacia un nuevo modelo energético, por lo que el ambientalista recalcó que se puede alcanzar ese nuevo modelo incluso sin una reforma constitucional. 

En este sentido, abordó la reciente propuesta que envió Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a San Lázaro y que no fue aprobada, por lo que el activista refirió que si bien la propuesta tenía muchos problemas y contradicciones, sí tenía un punto fuerte que es recobrar la soberanía del sector energético. 

“El problema es que esa soberanía se pretendía alcanzar a través de los combustibles fósiles y el gas para generar electricidad. El gas, que es un combustible que no tenemos y que importamos casi en su totalidad de Estados Unidos” refirió el activista y de ahí la contradicción de la soberanía energética planteada. 

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Además, la reforma también apostaba y abría la puerta para que combustibles como el combustóleo tuvieran mayor participación en la generación eléctrica, sobre todo porque el eje de la estrategia energética es la explotación y refinación de hidrocarburos. 

Pero el problema es que el crudo que actualmente tenemos no sirve para las refinerías que existen, esto significa que desde el año pasado, Pemex está generando más combustóleo que gasolinas. 

Bajo este escenario, Pablo Ramírez remarcó que desde el año pasado México incrementó sus niveles de refinación, pero no significa que estemos incrementando la producción de gasolinas ya que lo que muestran los datos de Pemex es que estamos incrementando la generación de combustóleo y el problema es que el combustóleo es un hidrocarburo obsoleto. 

Y es que el combustóleo prácticamente no se usa en ningún proceso de ningún lugar del mundo,  lo cual está empezando a generar problemas incluso logísticos ya que tiene que salir y se le está dando salida por las termoeléctricas y ahora mismo no se puede porque el orden de despacho dice que las energías van a tener que salir prioritariamente obedeciendo su costo de producción. 

En este sentido, el combustóleo es carísimo y muy ineficiente, su capacidad calórica y su capacidad como combustible es muy deficiente comparado con otros, incluso con las renovables. 

“El combustóleo no estaba pensado para salir prácticamente nunca, eso generaba un problema grande en temas de ¿qué hacemos con ese combustible? Y a nosotros es la parte que nos preocupa, no podemos retroceder en los pocos avances que hemos tenido. 

No podemos dejarle ni un 1% más a este tipo de combustibles que están generando un desastre ambiental a pesar de que su participación en la generación eléctrica es marginal, lo que generan de electricidad es muy poco y la contaminación es brutal”, remarcó el activista de Greenpeace. 

Finalmente remarcó que no es posible que, bajo el argumento de que el combustóleo es un combustible nacional, se busque quemarlo a toda costa pese a lo costoso que resulta el proceso y pese a las implicaciones ambientales y a la salud.  

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