CARAMBOLA, BUCHACA Y 3 BANDAS

darDOS con garlito

Garlito  

Parte importante de la construcción de nuestra personalidad individual, es el estudio y trabajo, pero para alcanzar estadios más plenos y satisfacciones más duraderas, el ocio, el tiempo libre, el de pronto no tener nada que hacer, es fundamental para nuestro desarrollo y en torno a la llamada ociosidad, se han hecho muchas actividades que determinaron usos y costumbres que ahora ya bien entrado el siglo XXI, se convierten en viejas tradiciones que se van perdiendo en nuevas actividades olvidando otras; el inconfundible sonido del choque de bolas y el verde reverberante del paño hacían del billar un refugio pachuqueño. 

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Foto: Carlos Sevilla

Tiza  

Entretenimiento que exige desempeño físico, juego donde la habilidad pero sobre todo pensamiento y cálculo piden a sus ejecutantes, concentración, fuerza, delicadeza y precisión, pasatiempo que marcó por muchos años la actividad de los jóvenes por las tardes en pueblos y ciudades, donde la atención a la juventud era nula y los avances tecnológicos no existían, la juventud debía encontrar un lugar donde pasar el tiempo, entretenerse y pese a la mala fama de los billares, era una actividad sana, centro de reunión y establecimientos que marcaron una época no tan lejana pero ya ida. 

El juego, deporte o pasatiempo llamado billar, marcó por muchos años las tardes airosas de Pachuca a varias generaciones de jóvenes y miles de pachuqueños en el billar de su barrio o los grandes del centro de la ciudad, pasaron horas y horas intentando meter las bolas antiguamente de marfil en las buchacas o tronaderas donde cae la bola, en la dificultad de cálculo para lograr carambolas ya fueran sencillas, de dos, tres o más bandas, pasar buen tiempo en el pool bolita o en el sencillo, el billar no solo es el juego, sino un sitio de socialización para trabajadores y estudiantes pero también centro de reunión de expertos jugadores, una mezcla de truhan, delincuente de baja monta o donjuán de lupanares de tercera, por supuesto el amo del billar es el Rey del barrio o sea Tin-Tán. 

Foto: Carlos Sevilla

Efecto 

Nada más falso y erróneo, que la absurda y antigua idea de que el billar eran para vagos, cuando los estudiantes eran principales clientes, en los antiguos billares de Pachuca conforme avanzaba el día trastocaban los usuarios, preparatorianos y universitarios a mediodía ya por la tarde oficinistas, empleados y obreros, abarrotaban los lugares, fumando sí pero bebiendo refrescos generalmente delawere punch, orange crush, titán, las cervezas y bebidas alcohólicas llegaron años después marcando el final de esos recintos, finalmente los maestros personajes trajeados, verdaderos dandis que jugaban con excelente calidad rodeados de público de todas las edades, la carambola de tres bandas el juego máximo y sin ser juego de azahar se le ponía unas moneditas de apuesta para hacer más interesante la desvelada, hubo billares donde los juegos y los torneos se extendían hasta ya la madrugada. 

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Foto: Carlos Sevilla

Este juego, deporte de cálculo, llamado la escuela de trigonometría o álgebra, requería también y sobre todo de oficio de experiencia constante, un poco de maldad, albur y mucha práctica, los expertos maestros llevan el juego a la magia y la carambola de fantasía se convirtió en exhibición y torneos profesionales, existía un mundo del billar, un mercado y una afición que logró altos niveles de calidad, perdido todo en la supuesta lobreguez de los billares, en la falta de asociación de jugadores y registro de hazañas; hoy día el billar es una rareza y no se cobra el tiempo, se regala como atractivo para realizar otras actividades donde solo se jugaba billar, asimismo la prohibición de entrada a mujeres iba en contra de sus inventores Henry Devigne, artesano de Luis XV o el inglés Bill Yar, creadores del juego donde mujeres y hombres eran contrincantes; este juego debe ser revalorado y difundido como un verdadero deporte. 

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Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días