Zambullida, no es tradición

Agujeros Negros

En la cúpula de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) se intenta justificar en redes sociales la zambullida en la fuente de La Garza del recién electo rector Octavio Castillo Acosta queriéndola asociar a una tradición cuando sólo es símbolo de sometimiento al jefe político Gerardo Sosa Castelán, quien en 1990 como secretario general ordenó que los directores de escuelas e institutos fueran sometidos a ese ritual.

Los encargados de llevarlo a cabo eran los integrantes del brazo armado del Grupo Universidad hoy Clan Sosa, la tristemente célebre Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH) en manos de José Ramon del Campo Kuri y sólo se tiene registrado que el único que se inconformó con la medida fue Leonardo Ramírez Álvarez director del Instituto de Ciencias Sociales (Icso).

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A quienes se les respetó la investidura fue a Juan Alberto Flores Álvarez, Juan Manuel Menes Llaguno, Gerardo Sosa Castelán, Juan Manuel Camacho Bertrán, Luis Gil Borja y Adolfo Pontigo Loyola, no a Humberto Veras Godoy y Octavio Castillo Acosta, lo que hoy se consideró necesario para enviar el mensaje de quien sigue siendo el jefe político, aún con su complicada situación legal.

La zambullida se trata de asociarla a las novatadas a que eran sometidos los alumnos de nuevo ingreso a los que se llamaba “perros” que incluían la mojada, la rapada y el culto a La Chancha, en los sesentas y setentas que de la fuente de La Garza se trasladó a la fuente de los Insurgentes en la Prepa Uno, pero desde luego que no es una tradición que se aplique a los rectores.

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Solo el mensaje a la estructura que conforma el círculo de poder de que quien manda en la universidad autónoma es Gerardo Sosa Castelán movido siempre por su temperamento y espíritu porril que no le abandona, pero nadie más, aunque Octavio Castillo Acosta pregone “el rector soy yo”.

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