Violencia de género y el caso Guerrero
IDEAS SUELTAS
Hasta hace apenas unos años en México se empezó a visibilizar la violencia de género que se vive en prácticamente todo el territorio nacional. Desde los asesinatos en serie cometidos en el estado de Chihuahua a principios de los años 90 hasta el movimiento Me Too y el grito desesperado de “El Violador eres tú”, las mujeres, principales víctimas de esta violencia, han dado una batalla sin cuartel para ser escuchadas y atendidas. Para desgracia de la sociedad y de ellas en particular, la respuesta frente a este fenómeno en la mayoría de los casos ha sido la impunidad.
La violencia de género en su máxima expresión, el feminicidio, ha alcanzado cifras escalofriantes. De acuerdo con el más reciente informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tan solo el año pasado las víctimas a nivel nacional llegaron a 940, siendo el Estado de México, con mucho, la entidad con más casos: 150. Si al delito de feminicidio se suman las víctimas mujeres de homicidio doloso, se tiene como resultado que 4 mil 663 fueron asesinadas de manera violenta.
Lejos está esta brutalidad de ideologías políticas o partidistas. Más bien ningún gobierno parece haber hecho lo suficiente para frenar o castigar este delito. De 2017 (con gobierno federal priista) a 2020 (gobierno morenista) los feminicidios en el País se incrementaron de 7 al día a 10.5 de acuerdo con la oficial de derechos humanos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), Nira Cárdenas.
Pero la violencia de género no debe traducirse en muertes para que la sociedad en su conjunto y el gobierno en particular atiendan de raíz el problema. Por ello sorprende la resistencia que hay desde el partido en el poder y la Presidencia de la República a atender las denuncias por violencia sexual en contra del candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero, Felix Salgado Macedonio.
Un gobierno que se dice y autocalifica de no ser igual a las administraciones previas debiera ser el más interesado en que el caso se clarificara. Con la influencia que tiene el Ejecutivo federal sobre prácticamente todo el movimiento morenista bastaría con que solicitara una investigación transparente y expedita, tanto judicial como partidista, para, en caso de ser inocente, afianzar a un candidato manchado ahora por la sospecha de la culpa.
Por el contrario, la desafortunada expresión de “¡Ya chole!” lanzada desde la mañanera por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando se le cuestionó sobre estas denuncias en contra de Salgado Macedonio (el mismo que compuso y grabó en 2012 “La Cumbia del Peje”), pareciera mostrar la poca o nada empatía que tiene con las presuntas víctimas, no solo de este caso sino de tantos otros que hay en el País. El Mandatario insinuó en su respuesta que detrás de la acusación pudiera haber otros aspirantes de Morena derrotados como si con ello perdiera toda veracidad el dicho de las tres mujeres que han dado seña y dato de cómo fue la agresión en su contra por parte de Salgado Macedonio.
Más allá del impacto electoral que en el futuro vaya a tener esta expresión, la atención a cualquier agresión de género en todas sus vertientes debe ser atendida y resuelta, no minimizada y mucho menos ignorada.
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