Una obra literaria con olor a muerte y deseo   

Escrita por Santiago Said, autor de Amecameca, Estado de México

Al recorrer las páginas de Relatos de amor miasmático (Par Tres Editores sello Pangrama Nuevas voces) llega un hedor a pasión fuera de lo normal, a amores contaminados que quedan manchados en tinta, que salpican las letras de Santiago Said, joven autor del Estado de México, de Amecameca, donde los volcanes lo inspiran para congelar al lector con su literatura de horror contemporáneo. 

“Son 12 relatos o cuentos, donde el tema principal es el amor, pero ese amor demoniaco, paranormal, relato de cosas que el ser humano puede llegar a imaginar. 

“Es ficción, claro, pero uno nunca sabe qué hay detrás de una casa, quién vive o sus costumbres, sus filias. El ser humano es un misterio, bien puede ser un asesino serial y con los vecinos un santo. Así en el amor de mis cuentos, hay incluso relaciones extrañas”, expresa. 

Relatos de amor miasmático tiene pocos meses en el mercado, salió a las calles a finales del 2023 y ya ha tenido una importante recepción en las ferias del libro del país. 

Santiago Said escribe para adolescentes y adultos, sus cuentos llevan ese efluvio maligno que desprendían cuerpos enfermos, materias corruptas o aguas estancadas, como aseguraban los antiguos. 

Horror, incesto, relaciones con los insectos más asquerosos que pueden invadir a la humanidad, esto y más aromatizan las 194 páginas de su obra. 

“Traté de que cada uno de los relatos no terminara como lo espera el lector. Muchas veces leemos las primeras líneas de un libro o vemos los primeros minutos de una película y ya vamos imaginando el final, lo sabemos prácticamente. Esto ocurre más en el género de terror o de horror. 

“Por eso traté de llevar al lector a otro punto, que cuando menos se lo esperaba tenía enfrente una historia que lo deja con sentimientos extraños, incluso a tener una reacción de náuseas, pero esa es la finalidad”, respondió el joven autor. 

La garrapata, Demetria, La morfología del miedo, La plaga del sonido, Un alma ajena, Nuestra tierra está maldita, Los fabricantes de humores, Adelfa, son los títulos de algunos de los cuentos, donde tal vez pueda verse reflejado un lector. 

“El primero de los cuentos que componen mi libro trata sobre un hombre que vive con una garrapata, sí, la cuida y alimenta. Es un hombre gris, una persona que nadie ve por ser muy insignificante. 

“Pero su amor, ese deseo contenido de tener a alguien lo lleva a ser cómplice de un amor letal. Como cualquier enamorado o enamorada que calla ante los crímenes del ser amado e incluso lo llegan a pagar con su vida o la cárcel”, manifestó mientras sorbe un café y donde tal vez ve reflejado un insecto que caminaba por la pared de ese local. 

Said es un joven tranquilo, sin vicios, vive en una granja a la falda de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, además es maestro en una escuela para señoritas, entonces ¿de dónde se inspira? 

“Digamos que cuando llegue el momento en el que yo pueda mantener mi vida escribiendo libros podría decir que soy escritor realmente. Me dedico a dar clases y tenemos una granja, un rancho, podría decir que soy granjero y docente, pero me gusta escribir este tipo de literatura y trato digamos de crear una trama que no sea predecible. Me gusta, digamos, también desarrollar el carácter del personaje. 

“Procuro en la medida de lo posible nunca reflejarme en lo que escribo. Porque la forma en la que interpreto la sociedad o la política es distinta”, responde. 

Santiago Said tiene pasión por el arte y también destaca la portada de Relatos de amor miasmático, la obra Pequeño médico, de José Luis López Galván. 

“Me gustaría mencionar que le agradezco mucho al autor, el significado que guarda su pintura, de hecho, se titula Pequeño médico, lo que eran los médicos de la edad media durante la Peste Bubónica y como iba relacionado al título del libro lo contacté y el muchacho de verdad muy generosamente me permitió utilizar su obra”, recordó. 

Santiago Said sabe atrapar con sus relatos y guía al lector a lo más profundo del ser humano, sus excesos, sus deseos, su soledad y la ceguera del amor. Cada quien decide si es cómplice de esos amores miasmáticos que huelen a lo más bajo del deseo. 

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