Somos lo que leemos, lo que vemos y lo que escuchamos
En la batalla de las ideas, aquel que se impone en el imaginario colectivo es quien gana la narrativa, ya que al final del día las grandes transformaciones sociales, culturales y políticas no se sentencian en la experiencia individual, sino en lo que se aprecia, en lo que se dice; las narrativas son tan importantes que la gran mayoría de las veces fijan nuestra práctica política cotidiana.
Aún hoy, existe un gran sector en la izquierda que no logra comprender por qué los logros en política social no garantizan por sí mismo los triunfos en las batallas electorales, ese mismo sector es el que se resiste a militar mediáticamente para contrarrestar el permanente asedio de mentiras de los medios de comunicación tradicionales contra los proyectos progresistas que mantienen una resistencia férrea a que las cosas cambien.
Pablo Iglesias refiere en uno de sus últimos artículos, que somos lo que leemos, lo que vemos y lo que escuchamos, respondiendo y haciendo alusión a una pregunta muy concreta, ¿la gente vota más a partir de lo que los aparatos ideológico-mediáticos transmiten que a partir de su propia realidad cotidiana?
La respuesta a la anterior pregunta es un contundente si, de lo contrario los grandes poderes económicos no invertirían tantos recursos y esfuerzos por hacerse de los servicios de los grandes conglomerados mediáticos.
Un caso muy claro de lo que aquí se expone fue lo sucedido en Brasil, con el programa “Bolsa Familia”, el programa brasileño más exitoso de todos los tiempos que revolucionó la vida de los
brasileños que no tenían dinero ni para las necesidades más básicas, en una década “Bolsa Familia” logró reducir a la mitad la pobreza en el país sudamericano (de 9,7% a 4,3%), gracias a su vasto alcance y cobertura -unos 50 millones- de brasileños de bajos ingresos, o la cuarta parte de la población.
Dicho avance de política social fue simplificado por la derecha política de Brasil con el uso de los aparatos ideológico-mediáticos que lograron imponer la narrativa para que los brasileños aseguraran que la reducción de la pobreza y el avance en los indicadores de movilidad social era por gracia de Dios (Sic.) y no a políticas públicas diseñadas para el ya mencionado propósito.
Si bien nuestra ideología o cultura son definidas por experiencias sociales muy concretas como nuestro círculo de amigos, nuestro territorio y hasta por nuestros vecinos, es necesario tener claridad para alcanzar a ver que todo proyecto político rara vez avanza sino esta soportado por los relatos políticos consolidados.
Al final la política no puede negar realidades y una de las realidades políticas es que aquel que domina la narrativa política, tiene casi todo el camino avanzado.
Dino Madrid (@dinomadridmx)
Militante de la Cuarta Transformación y aprendiz de escribano.
Trabajo como secretario técnico del Comité Ejecutivo Estatal de morena Hidalgo.