El proyecto de saneamiento fitosanitario implementado en el Parque Nacional El Chico y su zona de influencia registra un avance del 27 por ciento al corte del 10 de mayo, informó Erika Ortigoza Vázquez, titular de la Comisión Estatal de Biodiversidad (COESBIO).
La intervención abarca un total de 519 hectáreas afectadas por el gusano descortezador, una plaga que ha obligado al derribo direccionado de al menos 5 mil 640 árboles hasta la fecha.
Ortigoza explicó que la plaga está asociada a múltiples factores, como el cambio climático, las sequías prolongadas, el estrés hídrico, la edad avanzada del bosque y las perturbaciones humanas. Aunque el insecto es una especie nativa del ecosistema del bosque de oyamel, cuando se dan estas condiciones, su presencia puede pasar de un comportamiento endémico a uno epidémico.
“Este no es un insecto exótico, es parte del ecosistema, pero cuando el equilibrio del bosque se altera, se vuelve plaga. Nuestra meta es regresarlo a su estadía natural, sin erradicarlo, porque cumple funciones ecológicas importantes”, señaló.
Del total de superficie diagnosticada, el Parque Nacional El Chico ya ha sido saneado por completo, y los esfuerzos actuales se concentran en su zona de influencia, incluyendo ejidos y comunidades circundantes.
En los polígonos donde se identifican brotes menores de apenas dos o tres árboles infestados se aplican inyecciones sistémicas como medida de protección a los árboles sanos circundantes. Estas acciones están respaldadas por investigaciones de la Universidad Autónoma de Chapingo.
La funcionaria detalló que el avance reportado corresponde únicamente a la fase de saneamiento, la cual se prevé concluir en agosto.
Diagnóstico y árboles infectados
Posteriormente, se realizará una evaluación diagnóstica para medir la resiliencia del bosque y preparar la siguiente etapa: la restauración ecológica. Esta fase contemplará no sólo la reforestación con especies nativas como el oyamel, sino también un enfoque ecosistémico integral en colaboración con organismos como CONABIO y CONAP.
Respecto al número de árboles retirados, Ortigoza precisó que hasta el 10 de mayo se habían derribado 5 mil 640 ejemplares, cifra que podría modificarse con la próxima actualización de datos oficiales.
La titular de COESBIO subrayó que no todas las hectáreas consideradas en el diagnóstico están totalmente infestadas; en muchos casos se trata de manchones aislados. Asimismo, destacó la importancia de conservar algunos árboles muertos en pie, siempre que no representen un riesgo, debido a que estos también sirven como refugio para aves y otros organismos.
Finalmente, Ortigoza hizo un llamado a la responsabilidad ambiental frente a actividades humanas, como eventos masivos con música o pirotecnia, que pueden alterar el equilibrio del ecosistema.
“Los árboles son organismos vivos, parte de un sistema dinámico. Necesitamos repensar cómo nos relacionamos con la biodiversidad, no desde lo romántico, sino desde la sostenibilidad y la supervivencia”, concluyó.
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