DANIEL-FRAGOSO-EL SURTIDOR

La única razón

El planteamiento del filósofo exacerba el drama cotidiano de la existencia y da pie a una discusión interna entre el entusiasmo por disfrutarse en el reconocimiento de la vida como posibilidad y la decepción de permanecer en ella, aún sin encontrar el sentido.

Daniel Fragoso
Febrero 9, 2025

En sus “Cuadernos (1957-1972)”, E. M. Cioran, escribe: “Desde que existo mi único y exclusivo problema ha sido el siguiente: ¿Cómo dejar de sufrir? Sólo he podido resolverlo por escapatorias, es decir que no lo he resuelto en absoluto. Seguramente he sufrido mucho por diversas dolencias, pero la razón esencial de mis tormentos se ha debido al ser, al ser mismo, al puro hecho de existir, y por eso no hay sosiego para mí. He vivido en la nostalgia del premundo, en la embriaguez anterior a la creación, en el éxtasis puro de todo, he sido contemporáneo de Dios, que conversa consigo mismo sumido en su propio abismo, en la felicidad de antes de la luz, de antes de la palabra”.

El planteamiento del filósofo exacerba el drama cotidiano de la existencia y da pie a una discusión interna entre el entusiasmo por disfrutarse en el reconocimiento de la vida como posibilidad y la decepción de permanecer en ella, aún sin encontrar el sentido.

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En su libro, “Del inconveniente de haber nacido”, Ciorán dice: “Se puede soportar cualquier verdad, por muy destructiva que sea, a condición de que sea total, que lleve en sí tanta vitalidad como la esperanza a la que ha sustituido”, este cuestionamiento de la totalidad aplastante de la realidad y de su probabilidad de cambio, convierte al pensamiento pesimista en un acto optimista.

Al respecto de Ciorán, Daniel Gerber señala: “si en un comienzo la escritura de Cioran parece inscribirse en un intento deicida o parricida, ésta se revierte después para convertirse en un combate contra sí mismo que será su característica central. Hay en ella una notable alternancia en la que el amor por la vida se anuda con su rechazo airado, donde lo fundamental es la reivindicación del lado oscuro, lacerante y maldito de la condición humana. Procura responder así a lo que se le presenta como una contradicción inmodificable en el ser humano: nacer para morir. Nadie nos salva ya, el mal está hecho: hemos nacido”.

En el poema “Misantropía” de Manuel Vilas, hay un verso que dice: “se acostumbra a que la esperanza ya se fue”, y más adelante, existe otro verso que afirma: “Si la vida vuelve, sabré como tratarla”, ellos me han hecho pensar en que pasamos la vida coleccionando fracasos, pérdidas, lamentos, dramas, recuerdos. Pasamos la vida correteando triunfos. Anhelando. Aspirando y suspirando. Algunos de nosotros, desperdiciamos la oportunidad dada de disfrutar sorteando cada situación que nos ocurrió en la pura respuesta al ahora. Nos fuimos diluyendo en la gran representación de la existencia, siendo sólo una voz del gran coro de las contradicciones.

A propósito de esto, y como una manera de poder entender de una mejor forma la aportación del filósofo rumano-francés, Mercedes González García escribe: “A pesar de su apariencia, no es un derrotista desesperado. Lo que expone Cioran es lo que todo el mundo piensa en algún momento de su vida, esto es, las grandes incógnitas que se plantean a cualquier ser humano que posibilitan la existencia. Aquellos que buscan en Cioran un ser desolado, pueden verse traicionados, pues, en él no sólo se intuye el pesimismo más radical. En sus propias palabras: “Ten cuidado con el resentimiento de los solitarios que han dado la espalda al amor, la ambición y la sociedad. Un día se vengarán por haberlo dejado todo. El hecho de que la vida no tenga sentido es la razón de vivir, la única razón, realmente”.