La Habitación Roja y sus canciones inflamadas pasarán por Pachuca
CIRCO SÓNICO
“Los discos que me acompañaron/ Cuando amigos y amantes me abandonaron/ Yo me encerraba solo en mi cuarto/ Con esas canciones que nunca me fallaron”, es una frase que aparece en una de las piezas más conmovedora de los últimos años -“Las canciones”- y que no hace sino engrandecer un repertorio lleno de emotividad como con el que cuenta la banda española La Habitación Roja, que está por visitar Pachuca el próximo 12 de noviembre, junto a los también magníficos Dorian.
Hace poco, los valencianos publicaban un post de Facebook en el que hacían énfasis en la manera en que sus fans han ido creciendo junto a ellos y que eso provoca una gran complicidad, que tiene que ver con convertirse en parte importante de la banda sonora generacional de cuántos los han acompañado en el viaje existencial y utilizan sus canciones para darle sentido a los acontecimientos más relevantes que se van suscitando en muchas vidas.
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Así ocurre, por ejemplo, en “Indestructibles”, uno de sus temas insignia: “Tú me repites una y otra vez/ Que ya no sientes lo que un día fue/ La fuerza que nos mantendría unidos/ Ante el más fatal de los destinos”; un intento por imponerse a cualquier infortunio y salir erguido del trance… y con el amor como sempiterno escudo.
Será la segunda ocasión que La habitación roja pase por Tuzolandia, dado que ya el Circuito Indio los trajo hace unos años a un pequeño bar del rumbo de la Central de Autobuses y que quedó en una noche para auténticos iniciados, pues la estrategia de difusión no fue la mejor y ello propició un show muy íntimo y en el que pudimos presenciar su enorme despliegue en las distancias cortas de un escenario estrecho y un sonido impecable.
Todo terminó en un encuentro en camerinos, teniendo la fortuna de que Jorge Martí y este escribano tenemos buenos amigos en común, entre los que se encuentran Enrique Blanc y Marco Mejía, que me instaló tras amplificadores e instrumentos para poder charlar a gusto y sentar las bases de una relación que aceleró con un posterior proyecto en común y que luego torció una editorial avariciosa.
Alejandro Mancilla me pidió que juntos conformáramos la selección de autores para un libro en el que participaría gente perteneciente al mundo de la música escribiendo acerca de su relación con el futbol y de inmediato pensé en Jorge y lo que es más tuve la certeza de que una canción suya debía titular el proyecto: “Nunca ganaremos el mundial”.
“Volverán los días de ingenio/ El mundial que nunca ganaremos/ La fuerza y las noches de miedo/ Los clásicos serán siempre modernos”; se trata de una canción llegadora y sabia.
Más allá de que México fracasó en Qatar, Nunca ganaremos el mundial era y es una frase contundente y siempre fue mejor que Todos los días son domingo si hay futbol y mucho más que Gol sostenido, como terminó llamándose un libro que no estalló como debería, pese a tener un elenco muy nutrido -con gente con mucho por decir y otros no tanto, pero que la editorial creía que jalarían compradores-.
Al cuento de Jorge Martí le cambiaron hasta el título sin avisar a los coordinadores ni al propio autor -cuyo padre fue futbolista profesional y protagoniza el relato-; espero pues la acometida de La Habitación Roja al Jardín Caníbal para disculparme en persona -es lo menos que puedo hacer tras tanto dislate-.
Pero antes de que suceda, habré de emocionarme hasta la médula con ese gran cancionero que es todo un lujo dentro de la historia del indie español; “Ayer, estabas tan ausente/ Y no supe entender/ Que el silencio no para de hablar” apuntan en otro de sus clásicos, para luego saltar a gritar a todo pulmón: “Si pudiera elegir/ Mismos amigos, mismos sueños/ La música nos salvará/ Nos hará únicos y la verdad”.
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Historia pura del rock hispanoamericano… en una noche en la que también Dorian hace una segunda visita tras pasar por el pub La Rata roja, en lo que también fue una cita absolutamente memorable.
Espero cruzar algunas palabras con Jorge Martí y subsanar así los restos de aquel naufragio editorial y poder repetirle lo mucho que me significan sus canciones… y que sí, que mi vida ha sido marcada por ellas: “Recuérdame que es lo que quise elegir/ El sonido de las olas puede susurrar por ti/ Cada ola que muere deja su legado en la arena/ Como todas esas canciones que cantamos tantas noches”.
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