JOVEN ANCIANO

darDOS con garlito

Garlito

A simple vista resalta el paso del tiempo, justo quien marca el tiempo; en su faz está presente una huella de cansancio, arrugas y surcos que el viento erosiona sus cuatro caras que saludan los puntos cardinales de una ciudad y un pueblo, que pese a su gran esfuerzo y trabajo, solo tiene de grandes épocas, tres, cuatro edificios de un esplendor fugaz; un tanto inclinado desde siempre, la tristeza que refleja es el olvido sufrido, como cualquier anciano dejado a su suerte y aún más, con total desprecio fue abandonado en medio de la plaza pública a su penosa suerte; en su maquinaria pulsante el dolor es más grande al sentir el desprecio de unas generaciones que ni protestas correctas saben hacer.

Tic-tac

Sin pretender exaltar un espíritu costumbrista y localista y menos aún mostrar que la modernidad nunca ha estado enfadada con el arte, el buen gusto y la funcionalidad, los intereses colectivos se trastocan conforme avanza una sociedad en eterno cambio, los valores son desechados olvidados y se les da a otros aspectos, una valía que está en duda todavía; es imposible imaginar Pachuca en las primeras décadas del siglo pasado, con el monumento más representativo, pintarrajeado con símbolos confusos entre satánicos y pintas de pandillitas de adolescentes rebeldes sin causa, que es lo de menos, sino el desprecio de quien debería velar por la integridad de una ciudad, su pasado y futuro y no con su propia actitud, sumarse a la protesta vandálica al ignorar la precaria vida del joven anciano que cumplirá 113 años de ser único símbolo de la capital del estado, que hasta unos extranjeros hurtaron para colocarlo en un escudo de tramposo espectáculo de patadas y goles, sin recibir nada a cambio.

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Nadie sabe a ciencia cierta de donde nace el odio al Reloj Monumental de Pachuca, que desde su mismo origen fue objetivo de disparos, de balazos de borrachos ignorantes y otros con el propósito de decapitar o mutilar alguna de sus hermosas estatuas, también olvidadas y de las carátulas inicialmente de belleza delicada; si ya era un acto de valentía y a modo de impunidad, orinarse a sus pies en los años del poder negro de estudiantes universitarios y rectores neófitos, sin duda aquella organización de porros fue quien más atentó contra nuestro símbolo, como una broma estudiantil feuhista; remedo absurdo de aquellos que entonados bajaban de barrios altos y llegaban a abrazarlo con profundo cariño, Don Anselmo Estrada Alburquerque, comentaba que Genaro Guzmán Mayer y otros insignes, lo hacían después de trasnochar, como muestra de profundo respeto al pasado y futuro.

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Relojín

Ya para nadie es extraño que los daños al Reloj de Pachuca, son más profundos y graves, al ser ignorado por una alcaldía insistente en desaparecer todo vestigio de la vieja ciudad para imponer la suya, caótica, privatizada, invadida de ambulantes y basura, indigentes, jaurías de perros y absoluta ausencia policiaca municipal, entendemos ocupada en asuntos jugosos, no en intereses populares; tuvo que llegar la queja hasta la máxima magistratura para que se intente recuperar el monumento porfiriano, si de un dictador, que entre sus momentos de lucidez ordenó conmemorar los cien años de la Independencia con erguir relojes y monumentos, dejando finalmente una huella positiva de su nefasto paso y sin querer, descubriendo la ignorancia, ineptitud de la autoridad que se supone debe defenderlo de la degradación.

La intervención que anunció el Presidente de México, de intentar salvar el ícono pachuqueño, nos da cierta idea de que podríamos recuperarlo de las manos de la misma ciudadanía que lo desprecia, de autoridades banales de marcas de prestigio y de una conciencia colectiva, que no tiene entre sus amados a ese edificio estético, emblemático y finalmente pachuqueño; el fotógrafo Roberto Herrera Rivas, pasaba horas por las mañanas y noches intentando nuevos perfiles del Reloj, argumentando que pese a ser miles de veces fotografiado, aún podríamos encontrar rostros ocultos y bellezas sorprendentes; a sus 113 años, el joven anciano, espera a sus tatarabisnietos con los brazos abiertos. 

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Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días