Gobernador relevado

Historias que contar

El 29 de abril de 1975, se decretó la desaparición de poderes en Hidalgo y, como consecuencia, destitución del gobernador Otoniel Miranda Fonseca. 

Médico apreciado, nacido en Molango en 1926, y egresado del Hospital Saint Agnes de Baltimore, Maryland, desempeñó diversas responsabilidades ligadas a su profesión, y, también como político, entre otros, dirigente estatal de la CNOP. 

Desde joven fortaleció una sólida amistad con Manuel Sánchez Vite, también originario de Molango – 17 marzo 1915- 6 octubre 19 CDMX- líder magisterial y dirigente nacional del PRI, entre otros cargos. 

En marzo de 1972, Sánchez Vite se reincorporó como mandatario hidalguense, culminando el 31 de marzo de 1975. 

Se infiere que por su disposición personal, Miranda Andrade fue candidato a sucederlo. Así, el 1 de abril de 1975 tomó posesión, permaneciendo hasta el 28 de abril en que fue destituido. 

Se dijo que por disposición  del presidente Luis Echeverría quien, versión, no vio con buenos ojos su postulación. 

Así, se inició un proceso para nominar un gobernador interino. 

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Hubo una terna: Raúl Lozano Ramírez, Estela Rojas de Soto y Alberto Zoebich Sánchez. El primero fue elegido y convocó a elecciones, emergiendo Jorge Rojo Lugo, distinguido priista. 

Lozano era originario de Molango -9 marzo 1912- Terminó su función de interino el 7 de septiembre del mismo 1975. 

Zoebisch, pachuqueño, médico, dirigió el Hospital Civil más de 20 años. 

De la terna, había una fuerte corriente a favor de la licenciada Rojas de Soto. Estuvo en un tris de ser la primera gobernadora de Hidalgo. Merecimientos los tuvo; siempre. 

Años después le declararía a Elvira Hernández Carballido, toda una maestra en comunicación: 

“Debo decirle que me considero una mujer triunfadora, pero tuve que hacer, desde luego, un gran esfuerzo para lograr lo que he hecho”. 

El calendario adelante, entre otros escalones que ascendió, destaca que fuera diputada federal por el tercer distrito con cabecera en Tula. Fue la primera en lograrlo en la entidad. 

Se casó con el doctor Nicolás Soto Oliver, quien estuviera al frente de la escuela de Medicina. Fue, además, reconocido escritor, sobre todo abordando temas de la Bella Airosa. 

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Hubo tres hijos: María Estela, excelente oftalmóloga –fui agradecido paciente- , Helia Carolina, arquitecta de profesión, de amistoso carácter, y Alejandro, a la postre notario. 

La licenciada Rojas le contó a Hernández Carballido algunos  episodios de su exitosa carrera profesional; uno, su regreso a Pachuca pues su madre enfermó y murió. “Entonces como que me deprimí, me caí y ya no salí. Hasta que me mandó llamar el licenciado Lugo Verduzco –Adolfo-. En ese periodo se creó la Comisión de Derechos Humanos y me nombraron su presidenta”. 

Siempre tuve la intención de entrevistar a Otoniel Miranda. 

Una vez estuve a punto, gracias a la ayuda del licenciado Alejandro Straffon, amigo de la familia del doctor. 

Lamentable, Straffon falleció en octubre de 2018, a los 59 años. 

Con él estuvimos en la casa del doctor Otoniel Miranda. 

Fue sábado. Plática amable, con respuestas náurales, afectivas, pero cuando me disponía a anotar, al poner sobre la mesa una libreta, su esposa, señora Raquelito, de todos los respetos por su natural cordialidad, me dijo suavemente: » ¿Qué le parece si lo dejamos para la próxima ocasión?”. 

Hubo unos segundos para entenderlo; sin silencios dolorosos. 

Asentí, y guardé mi libreta. 

Desafortunadamente ya no hubo oportunidad de una segunda vez. 

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