El Faro
La presencia de grandes carteles de la droga es un tema que se ha discutido desde hace varios sexenios. Informes van y vienen, pero la posición del gobierno estatal ha sido la misma: poner en duda su operación en territorio estatal.
Desde tiempos del entonces gobernador Miguel Osorio, la sombra de los carteles merodea el territorio estatal. En ese tiempo eran Los Zetas quienes operaban en Hidalgo, lo cual se pudo palpar con una oleada de violencia que fue desde balaceras en plazas comerciales a plena luz del día, hasta la explosión de coches bombas, pasando por el asesinato del entonces secretario de Seguridad, Marcos Souverbille.
En ese tiempo, y pese a los hechos que causaron conmoción, se rechazó la presencia del crimen organizado y en particular de Los Zetas.
Llegaron otros gobernadores y la tónica fue la misma. Hubo declaraciones que se hicieron célebres: desde el ya clásico “hechos aislados”, hasta la teoría de que Hidalgo sólo era un tiradero de cadáveres de entidades vecinas.
Han pasado los años y hoy tampoco se acepta la presencia de carteles. El informe denominado Evaluación Nacional de Amenazas por Drogas 2025 elaborado por la DEA (Drug Enforcement Administration) mapeó la presencia de las bandas de criminales más poderosas en todo el país e Hidalgo aparece como una entidad donde el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) tiene “Dominant areas of operation” , es decir, como una demarcación donde la citada organización ejerce su dominio respecto a otras. En cuanto al Cartel de Sinaloa, la DEA incluye a Hidalgo como una entidad en la que solamente tiene presencia.
Sobre el informe de la DEA, el gobernador Julio Menchaca pidió tener en cuenta que la agencia estadounidense “tiene sus propios intereses” y que la información que ofreció en su informe es de “carácter general”.
Es evidente que nadie quiere cargar con el peso político de aceptar la presencia de carteles del crimen organizado en la entidad, pero ante la dura realidad que vivimos hoy en día eso es lo de menos.
Al menos el gobernador argumentó que su administración trabaja de manera coordinada con la federación, la 18 zona militar, la Guardia Nacional, la FGR, seguridad pública estatal y la procuraduría estatal en un combate que calificó de “frontal” contra la delincuencia. En el pasado ni eso se hacía, simplemente se rechazaba la existencia de las bandas criminales.
Hoy nadie se espantaría de la presencia de carteles en la entidad, porque como dijo el gobernador, nadie puede tapar el sol con un dedo. Tenemos ya décadas en medio de esta espiral de violencia y nadie que llegue al poder podrá resolver esta crisis en el corto plazo. Las raíces del crimen organizado son profundas y arrancarlas costará años, quizá décadas.
Hidalgo tiene que seguir haciendo lo que hoy ya lleva a cabo: entender que el fenómeno del crimen organizado es un problema que nadie va a poder resolver solo. La entidad, por otra parte, sabe de qué pie cojea. Aquí el cáncer es el robo de combustible gracias a su ubicación estratégica y a la infraestructura que existe para su conducción y refinamiento. Ahí hay que enfocar las baterías.