El sábado vamos a conmemorar otro 8M, tomando las calles y todo el espacio cívico (digital y material) que nos sea posible, de formas muy diversas y que de nuevo, hay que aclarar que las diversas formas de protesta no es violencia.
Rayar, romper, quemar objetos, paredes no es violencia. Marchar no es violencia.
Las detenciones arbitrarias, los golpes, el uso de gas lacrimógeno u otros objetos en contra de personas, si es violencia.
No es muy difícil, distinguir pero si es muy importante hacerlo.
Las exigencias de mesura por parte de las autoridades a distintos niveles de gobierno, la verdad me parecen descaradas, ofensivas. Cómo es posible que se atrevan a pedir tranquilidad en este contexto de violencia generalizada, en el que los feminicidios, transfeminicidios y otros delitos que tienen su origen en la misoginia y el machismo, siguen sucediendo todo los días sin tregua alguna.
Si bien la protesta como tal no soluciona las problemáticas que nos tienen acechadas, temerosas, rabiosas; si es un momento de catarsis, de desahogo, de sentirnos acompañadas y mirar que, somos miles de personas las que estamos cansadas y en esas multitudes recuperar un poquito de fuerzas y esperanzas.
Si bien hay cosas que celebrar, como el avance de la despenalizacion parcial del aborto voluntario, tenemos una lista infinita de pendientes por las cuales salimos a las calles y que las autoridades deberían de escuchar atentamente para pensar en soluciones a nuestras demandas.
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