¿Y la salud mental?
DeLiberadaMente
Si más personas nos atreviéramos a decir: ”tengo depresión”, ”tengo ansiedad”, ”me siento solo”, “no encuentro la forma de solucionar mis problemas”, “no tengo ganas de nada”, “siento que ya no puedo seguir”…
Habría más oportunidad de diagnosticar las enfermedades y trastornos mentales y atender correctamente la salud mental, así como el estado emocional de quienes lo requieren y con ello mejorar la calidad de vida de mucha gente, lo que también favorecería la prevención del suicidio.
La depresión no es una elección, es una enfermedad, por lo tanto, no se quita “echándole ganas”, la sensación de vacío, la preocupación y el dolor emocional pueden llegar a ser profunda e intensamente fuertes, y altamente dolorosas.
En mucho pueden servir de contención las características personales, la historia de vida y los vínculos que sostienen emocionalmente a una persona, sin embargo, lo anterior puede no bastar para evolucionar correctamente sin el apoyo de un especialista en salud mental.
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Por esto, es urgente que se hable de salud mental, desestigmatizar la enfermedad y los trastornos mentales, porque es claro que son una realidad presente en el día a día, y requieren el reconocimiento personal y público (empezando con el familiar) para iniciar el tratamiento médico adecuado.
No es fácil para quien no es médico determinar cuándo es depresión o cuándo la persona no necesita atención médica , por esto, es preferible solicitar apoyo profesional y descartar (si es el caso) que sea necesario llevar un tratamiento farmacológico y un proceso psicoterapéutico, y cuando se requiere, apegarse al tratamiento y brindar apoyo emocional.
La gente no se atreve a expresar lo que siente por temor al rechazo o ante el desconocimiento de las opciones que tienen para mejorar su salud mental y porque no se desea ser medicado (lo que no ocurrirá en todos los casos), sin embargo, ni los temores ni los tabúes al respecto solucionan absolutamente nada, y de hecho, pueden llegar a situaciones peligrosas y graves para la persona con depresión y/o ansiedad u otras enfermedades.
Es indispensable informarse respecto a los tratamientos y los beneficios de cuidar y atender la salud mental.
La calidad de vida de quienes tienen un trastorno o una enfermedad mental se incrementa al ser diagnosticados y tratados oportuna y correctamente.
Aún no hemos terminado de asimilar que la salud mental es tan importante como la salud física y que en muchas ocasiones si una de estas no se encuentra bien también se afecta la otra.
Les comparto que hace años cuando inicié mi proceso psicoterapéutico en parte por elección personal y también dentro de mi formación profesional también hubo ocasiones en las que sin darme cuenta (en ese momento) la resistencia inconsciente a la terapia me llevaba a cambiar mi cita y recuerdo mucho una ocasión en la que pensé: “mejor me compro un libro y no voy a la sesión de la semana”… ¡Resistencia pura! Obvio, no por el libro, la lectura aporta salud mental, sino por el autoengaño para no ir a la terapia, claro, con el tiempo mi visión fue modificada por la experiencia y la resistencia cedió, hoy yo recomendaría a todas y a todos apegarse sería y comprometidamente a un tratamiento psicoterapéutico.
Parte del fortalecimiento de una cultura de salud mental consiste en informarse, recurrir a los centros de salud o con profesionales de la salud en consulta privada y mirar esta atención tan normal como lo es ir al dentista, o a cualquier otro especialista en salud , este cambio de paradigma puede abrir la puerta para que se asista regularmente a psicoterapia, al neurólogo o psiquiatra sin prejuicio alguno.
La salud mental mejora la dinámica de las relaciones, el desempeño académico o laboral y la salud en general, además de la convivencia social,
No se ustedes, yo algunas veces percibo en lo cotidiano a personas muy alteradas emocionalmente, con poca tolerancia a la frustración y sin desarrollar más su inteligencia emocional, reaccionando agresivamente ante el mínimo conflicto.
No es natural vivir a la defensiva, irritarse demasiado, no poder controlar los impulsos o la frustración y sobre reaccionar continuamente.
No es sano estar siempre triste o vivir preocupado sobrepensandolo todo… No es natural no experimentar placer ni no sentirse motivado por casi nada o perder el interés por lo que antes solía disfrutarse.
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No admitir que se necesita ayuda y reconocer que se requiere apoyo psicológico o psiquiátrico solo prolonga el inmenso dolor emocional e impide a las personas disfrutar de su vida.
El bienestar depende también del autoconocimiento, de la aceptación ante la dificultad para estar estable emocionalmente.
En muchos casos es la propia familia quien rechaza o persuade a sus familiares para no ir al médico, sugiriendo que solo con “echarle ganas” o relajarse es posible estar bien, la depresión y la ansiedad son enfermedades y requieren ser atendidas de esta manera.
La línea entre la salud y la enfermedad puede ser muy frágil, aún más si no se atiende cómo es debido.
Antes del miedo a la enfermedad es viable encontrar opciones tanto para atenderla como para prevenirla.
Resulta imperioso cuidar la salud mental de la población de todas las edades, derribemos los mitos que nos alejan de la información y la atención adecuada para educarnos emocionalmente, aprender hábitos de higiene mental y emocional, desestigmatizar los temas de salud y enfermedad mental.
El porcentaje de personas diagnosticadas es aún menor del de las personas que viven con una enfermedad mental sin tener conocimiento de la misma.
Y aunque hemos logrado que hoy en día sea menos complejo aceptar ir a terapia, todavía queda un camino largo para que esta atención se normalice y los pacientes se apeguen al tratamiento, con menos deserciones y con el reconocimiento de que lo único que puede ocurrir al cuidar su salud mental (si se asiste con un profesional) es que se sientan cada vez mejor y que su calidad de vida sea la que merece.
… Así que bien vale la pena preguntarnos de cuándo en cuando: ¿Y la salud mental?
Y ocuparnos de ella.
Un abrazo grande
Lorena Patchen
Psicoterapia