Un día en la cabeza de Santi Balmes de Love of Lesbian

Circo Sónico

El arte tiene la cualidad para convertir a lo ordinario en algo extraordinario… quizá hasta sublime; esto lo sabe bien el músico Santi Balmes, el hombre al frente del grupo catalán Love of Lesbian, y quien ha hecho también una buena carrera como escritor.

En su nuevo proyecto asume contar cómo es uno de sus días en la parte doméstica de la existencia, pero reconociendo que lo invade un flujo inmenso de ideas y que se la pasa, además, investigando historias delirantes que le encantan. Por su puesto que acompaña todas sus actividades escuchando música e incluso el libro se articula con los títulos de playlists que reflejan su alocada personalidad.

Hay que reconocer que Santi Balmes es un observador atentísimo del mundo y de la gente que lo rodea; se preocupa también por nutrir su cultura, además de profesar una enorme pasión por las canciones -algo que no siempre ocurre en la gente que detenta su oficio-. Es así como en Un día en mi cabeza (editado por Lunwerg) podemos encontrar citas tan buenas como una de Beethoven: “Como dijo en una carta escrita en 1801: la música es una revelación más alta que cualquier filosofía y nos habla de cosas que la filosofía sólo puede adivinar”.

El autor de temas como “Ahí donde solíamos gritar” y “El poeta Halley” sigue la rutina de un hombre común, pero la alterna con los compromisos de un artista de cierta fama, que también es padre de dos hijas en edad universitaria y que le pegan hasta sus frases.

A la hora que desea provocar una retroalimentación de ideas no recurre al monólogo interior, sino que recurre a la aparición de personajes fantasmales que alimentan las charlas; es por ello que da un paseo con Jorge Luis Borges, pero principalmente conversa con el norteamericano que escribió Música de cañerías y La senda del perdedor: “Cómo aún noto a Bukowski a mi lado, le propongo un juego. Pensar en temas gloriosos y compararlos con seres de la mitología clásica. Porque el pop, a fin de cuentas, se trata de mitificar nuestras vidas de mierda”.

A través de ese ping-pong imaginario con “El viejo indecente” firma uno de los mejores capítulos del libro: Canciones gloriosas, mitologías y noticias estúpidas mientras ando por la calle. El juego consiste en elegir una canción y encontrar su símil en el universo mitológico y explicar la correlación.

Luego entonces, Un día en mi cabeza es un libro sumamente fluido e interesante que transcurre en orden cronológico, por una parte, pero también cohesionado por playlists del tipo Canciones que molan aún más cuando vas puesto de algo (Ya sea drogas, alcohol… o imágenes) y en la que se lee: “Pedro Navajas es alcohol y es verano. Por otro lado, Hummer, de The Smashing pumpkins, y Only Shallow, de My Bloody Valentine, son hachís y un día horroroso de otoño. Misma época, sustancias diferentes, sensaciones radicalmente distintas”.

He aquí un ejercicio de disciplina y honestidad: “Procedo a escribir lo primero que me pase por la cabeza… luego, como siempre sucede, deberé mirar esos extraños frutos y discernir que frase puede encajarse en una de las melodías que tengo en la mente. Otras quizá vayan destinadas a un cortometraje que probablemente nunca tendré el coraje de dirigir. Algunas serán el germen de un poema. Otras, la inmensa mayoría, acabarán en el limbo de las frases malas, pésimas, o, cual calcetines disparejos, esperando algún día ese proyecto donde puedan encajar”.

Mucho sentido del humor habita en el libro, pero también una energía sexual picante, aunada a una melomanía recalcitrante; Un día en mi cabeza es una obra muy divertida, que no por ello carece de una sapiencia lapidaria: “Porque la cara oculta de cualquier creador es un vertedero de fracasos, y es precisamente la tolerancia al fracaso lo que te permite continuar. También duele ver lo que uno escribe. Como examinar tu vómito”.

Santi Balmes conoce a fondo lo que escribe y ello le permite acertar; un día en su cabeza en una aventura fascinante y tremendamente musical.

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