¿Qué pasa cuando el dolor no sigue los tiempos que dicta la costumbre? ¿Cuánto debería durar el duelo? ¿En qué momento se vuelve legítimo hablar de él abiertamente, sin culpa ni vergüenza?
Estas preguntas atraviesan Un día después, obra escrita por Juana María Muñoz, dirigida por Silvia López Mendoza y que se presenta actualmente en el Centro Cultural El Hormiguero.
La propuesta escénica parte de una experiencia real: la muerte del padre de la autora. Desde ese punto de partida profundamente íntimo, la obra construye un relato honesto y empático sobre el duelo, sus etapas, sus contradicciones y sus silencios.
A través del teatro, Muñoz transforma su proceso personal en una experiencia colectiva, con la convicción de que visibilizar el dolor puede convertirse en un acto de sanación.
“Esta obra nace de la necesidad de hablar desde mi propio duelo, de cómo lo he vivido sola, en familia y en sociedad”, relata María Muñoz, quien también protagoniza la puesta. “Al principio fue volcar todo emocionalmente, pero después vino la necesidad de estructurarlo, de convertirlo en una dramaturgia con sentido social y artístico”.
Silvia López, directora del montaje, recuerda cómo surgió el proyecto: “María me compartió sus textos, producto de su proceso con la tanatóloga, y me dijo: ‘Teatrera soy’. Sabíamos que teníamos que llevar esto a escena. Además, somos amigas de años y la acompañamos en este proceso lo mejor que pudimos”.
Un día después apuesta por una estética visual: combina teatro de sombras y teatro de papel para representar los pensamientos, emociones y recuerdos que invaden a una persona doliente.
“Las sombras simbolizan esos demonios internos, la culpa, la negación, la tristeza profunda. La tanatóloga aparece como una silueta porque más que una figura externa, representa una guía que actúa dentro de uno mismo”, explica López.
La obra fue construida colectivamente. Todo el equipo ha experimentado pérdidas significativas. Además de las vivencias personales, el proceso incluyó asesoría con tanatólogos, lecturas especializadas y encuentros con personas en duelo.
“Detectamos lugares comunes muy potentes, como la frase ‘échale ganas’, que lejos de ayudar, puede aislar más. Queríamos dar voz a esas verdades que casi nunca se dicen”, comparte Muñoz.
El impacto en el público ha sido evidente. “Alguien nos preguntó al final de una función: ‘¿Entonces sí debería buscar un tanatólogo?’. Ahí sentimos que estábamos logrando el objetivo”, comenta Silvia. “Hay quien sale en silencio, quien llora, quien se acerca a contarnos que vivió lo mismo hace una década y nunca lo habló”.
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La obra es producida de forma independiente. María Muñoz ha invertido sus propios recursos para sacarla adelante. “Estamos en cartelera hasta el 31 de mayo, pero buscamos extender la temporada. También queremos establecer alianzas con casas funerarias, instituciones de salud mental y centros de tanatología. La meta es llegar a quienes necesitan acompañamiento y quizás no lo saben”, señala la autora.
Un día después se presenta en el Centro Cultural El Hormiguero (Gabriel Mancera 1539, Col. del Valle Sur, Ciudad de México). Más que un espectáculo, es una experiencia para acompañarse, reconocerse y comprender que el duelo, lejos de ser una debilidad, es una parte esencial de la vida.
mho
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