“¿Tus relaciones favorecen tu salud mental?”

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Mantener vínculos de calidad es uno de los principales factores que favorecen y preservan tu salud mental, si en las relaciones de tu vida, sobre todo, las más cercanas y significativas se lleva una dinámica armoniosa, con respeto, empatía, reciprocidad, acompañamiento, aceptación y apoyo, esto permite que quienes las integran experimenten principalmente emociones que favorecen su bienestar físico y mental.

Si, por el contrario, lo que predomina es el miedo, la desconfianza, conflictos permanentes, si imperan las críticas, el rechazo y otras formas de violencia, tu salud, además de tu autoestima se va deteriorando.

Si bien, no hay certezas en las relaciones o en el amor, el compartir la decisión de mantener la relación, el que cada persona pueda mostrarse y comportarse respetando su esencia, con límites sanos que no rebasan el derecho o bienestar de nadie, cuando se actúa con responsabilidad afectiva la relación se vuelve un lugar seguro.

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La estabilidad emocional y la tranquilidad mental permiten que una persona se desenvuelva mejor en las diferentes áreas de su vida, que su energía vital se dirija al autocuidado, al crecimiento personal y a fortalecer el potencial humano.

Vivir sin la zozobra de que pasará en la relación, depender emocionalmente de otra persona, obsesionarse con el otro, y la hipervigilancia, ocasionan otras alteraciones físicas, emocionales y cognitivas que ponen en riesgo la salud física y mental.

No es cuestión de hacer juicios sobre las razones por las que se llega a permanecer en una relación de baja calidad, porque hay múltiples factores que pueden mantener a una persona sana en una relación que le hace daño, incluso no es cuestión de amor propio, tiene que ver con la historia de vida, pero también con las condiciones en las que se va desarrollando esa relación, al promoverse la manipulación o el chantaje.

Cuando se crea un vínculo de dependencia, no es tan sencillo darse cuenta de cómo y cuánto está afectando una relación.

Es necesario que siempre, en toda relación que estableces no pierdas tu autonomía, que no descuides otros vínculos cercanos, y si es un familiar quien te ocasiona daño emocional, estar dispuesto o dispuesta a alejarse se trate de quien se trate.

Las “deidades parentales” no permiten en algunos casos, reconocer que la relación con tus padres, o con algún otro familiar muy cercano está dañando tu salud.

Así como la familia puede ser y es, regularmente, el núcleo donde se recibe seguridad, también hay casos en donde esta no llega a conocerse precisamente por la dinámica de abuso y violencia que se vive en ella.

Algo similar puede ocurrir con amistades en las que pierdes tu autonomía, que generan vergüenza o presión por ser o actuar como no quieres hacerlo, pero que por temor a no ser parte del círculo se puede terminar adoptando conductas de riesgo.

Somos seres sociales, las relaciones ocupan un lugar predominante en nuestras necesidades para desenvolvernos y transitar por el mundo, si se es arropado por un grupo social que apoya, que fomenta y fortalece la autorresponsabilidad y el autorrespeto, es mucho más sencillo adoptar hábitos saludables y practicar el autocuidado.

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Cuando no es así, como adultos es necesario aprender a hacerlo.

Asumir la responsabilidad por el bienestar propio, marcar límites con las relaciones que restan tranquilidad, las que te desmotivan o roban tu energía.

Necesitas escucharte, detectar cómo te sientes, conservar la idea de que mereces un buen trato y que nada justifica que una relación te cueste tu salud mental.

Considerar que los altibajos emocionales permanentes y drásticos ponen en riesgo tu integridad, tu desempeño cotidiano, y por supuesto, te alejan de la vida plena que mereces y puedes construir cuando tienes vínculos que te aportan seguridad, apoyo y estabilidad.

Vale la pena analizar la calidad de nuestros vínculos, ver cómo claridad cómo nos relacionamos, que recibimos y también que brindamos, evitando ser quien le provoque malestar a quienes nos rodean.

Si un vínculo es sano aceptará conversaciones difíciles, negociaciones en pro del bienestar de todos los involucrados, no es que se trate de relaciones perfectas o con cero conflictos, sino que la convivencia se basa en la determinación de favorecer el bien personal y común, en donde algunos conflictos pueden prevenirse y los que no, se resuelven pacíficamente.

Las relaciones exitosas se construyen permitiendo al mismo tiempo el continuo desarrollo de sus integrantes, las relaciones que no lo son desgastan o destruyen las posibilidades de crecimiento personal del miembro de la relación más involucrado en que la relación funcione o permanezca.

Si se te va la vida pensando cómo salvar una relación, si hay miedo por la posible reacción de alguien, si tu paz mental está comprometida por los actos u omisiones de alguna persona cercana, si te sientes triste la mayoría de las veces o si te aterra que una relación se termine solicita apoyo, no pienses que se va a solucionar mágicamente, no postergues tu oportunidad para redefinir los términos sanos en los que puedes mantener una relación sin poner en riesgo tu salud o perder años de vida sin vivirla plenamente.

Por decirlo de algún modo, lo peor que puede pasar si una relación que te enferma termina no es la disolución del vínculo sino la falta de elaboración de la misma para continuar con tu vida aprendiendo de la experiencia, sanando y aprendiendo una forma más conveniente de relacionarte.

Estar o haber estado en una relación que afectó o continúa afectando tu salud mental no es tu culpa, no hay nada malo en ti: los sentimientos de culpa y la autodevaluación son parte de la sintomatología de una persona que ha vivido o está viviendo un vínculo traumático, y que por supuesto, vulneran su salud mental.

 En la vida adulta, es cierto que la pareja o algunos integrantes de la familia no son responsables de tu bienestar, que esta es una responsabilidad propia, más cuando lo que ocurre dentro de la relación está afectando a quienes la viven o a una sola persona de las que la integran si hay una responsabilidad en lo que se causa al otro.

¿Tus relaciones favorecen tu salud mental? ¿Estás en una relación que compromete tu bienestar?

Hay diferentes tipos de relaciones, las más cercanas son las más significativas y las que más impacto tienen en ti, ¿suman o restan? ¿lo que experimentas en ellas promueve o impide tu satisfacción integral?

La calidad de tus vínculos influye eh la calidad de tu vida… Ten esta idea presente y no dudes en cuestionarte como te sientes en una relación, con asertividad puedes expresar tus diferencias, si tus necesidades y deseos no son validados, si predomina la apatía, la falta de compromiso o vinculación, puedes empezar por revisar cómo es tu relación contigo, iniciar terapia, mirar fuera de la relación para tener mayor claridad respecto a lo que está sucediendo.

Si las cosas no van bien en una relación y el interés por resolverlo no se acompaña con cambios positivos en la dinámica, si el involucramiento no es compartido, si no eres feliz o no hay seguridad en la relación, o si falta lo qué para ti es indispensable analiza si el precio de permanecer en la relación no es mayor al de estar solo o sola.

Ya la vida trae consigo responsabilidades, obligaciones y hasta exigencias, así que lo deseable es que una relación sume, y en el peor de los casos, por lo menos que no reste, si lo analizas bien cuando una relación afecta tu salud mental… menos, es más.

Un abrazo

Lorena Patchen

Psicoterapia presencial y en línea.

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