Tulancingo a 36 años, la desmemoria

Agujeros Negros

En 1985 al perder la postulación a presidente municipal de Tulancingo de su amigo Fernando de la Peña, el gobernador Guillermo Rossell instrumentó un “golpe de Estado” en contra Luis Alberto Roche alcalde con el apoyo del presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Adolfo Lugo Verduzco, posibilidad que se abrió con el enfrentamiento a balazos entre policías municipales y preparatorianos donde fue herido Tomás Carbajal Islas. 

La madrugada del 18 de septiembre el estudiante de la Preparatoria 2 fue trasladado al Centro Médico de la Ciudad de México, donde murió en el sismo del día siguiente, no por las lesiones de bala; lo que fue aprovechado por el secretario de Gobierno José Guadarrama para complacer al gobernador y consolidar sus aspiraciones de sucederlo en 1987, así que “armó” el complot en complicidad con el jefe del Grupo Universidad Gerardo Sosa. 

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Aprovechando la muerte de Carbajal Islas, la madrugada del domingo 21 de septiembre de 1985, miembros de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH) hicieron estallar petardos y bombas molotov en diferentes puntos de la ciudad, para argumentar ingobernabilidad en el municipio y convocar a sesión extraordinaria de la 52 Legislatura y decretar la desaparición de poderes y nombrar un Concejo de Administración Municipal. 

Este fue compuesto por Aurelio Marín, Fortino Velazco y Ángel Herrera, al fracasar la propuesta rossellista presentada por el diputado Jaime Daniel Baños; mientras en Tulancingo se daban manifestaciones de apoyo al alcalde Luis Alberto Roche, por ello en el sepelio de Tomás Carbajal ante cientos de estudiantes de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAEH) se anunció que en protesta quemarían la presidencia municipal. 

Del panteón de El Paraíso salió una columna de vehículos encabezados por Agustín Sosa Castelán que llevaba medido cuerpo fuera del Sakura con pistola en mano en dirección al ayuntamiento, ahí de un taller mecánico sacaron bidones de gasolina para quemar el edificio que recibió pedradas y disparos de la pistola de Agustín Sosa, mientras su hermano mayor el jefe, observaba desde un autobús rentado que se cumplieran sus órdenes. 

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Mientras los flamantes integrantes del Concejo Municipal y diputados locales escoltados por decenas de patrullas se estacionaban frente a La Joya, en espera de que se dispersaran los estudiantes y se controlara el fuego en el edificio municipal, para que tomaran posesión los concejales, lo que le permitió fortalecerse a este grupo. 

Que meses después hizo alianza con José Antonio Zorrilla Pérez, quien fue postulado candidato a diputado federal por Pachuca lo que lo ubicaba en la antesala de la candidatura a gobernador y con el compromiso de convertir en su sucesor a Gerardo Sosa; hasta que en plena campaña fue acusado de ser el autor intelectual del homicidio del periodista Manuel Buendía y huyó a España, obligando a Gerardo Sosa a una abierta confrontación en 1987 con el gobernador Adolfo Lugo Verduzco;  36 años después el Clan Sosa, sigue haciendo alianzas y se mantiene como un grupo de poder político de permanencia aunque para su jefe esté cancelada su máxima aspiración: gobernar Hidalgo. 

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