Rosa Virginia se jubila tras más de 60 años dedicados a la enseñanza

El pasado 21 de marzo la maestra fue homenajeada en la escuela primaria Juan C. Doria

Con 64 años como docente, Rosa Virginia Bucio Conde, deja huella en cientos de generaciones de niños y niñas, con innumerables historias que contar vividas en el aula, atrás de un escritorio, en el patio escolar, ahí donde dedicó gran parte de su vida.

El pasado 21 de marzo, día de su jubilación, la maestra fue homenajeada en la escuela primaria Juan C. Doria, en Pachuca.

“Fueron muy lindos, lloraron, se despidieron de mí, me dieron flores, me llevaron cartas. Yo siempre quise mucho a mis muchachitos”, así lo expresó la docente en entrevista.

Dijo estar agradecida con sus compañeras de trabajo, autoridades escolares, exalumnos y familiares que la acompañaron ese día. “Me sentí muy contenta porque nunca esperé que me hicieran este reconocimiento”.

“Se me fue el tiempo como agüita”

La maestra explicó que en esta labor no hay un tiempo para jubilarse, “mientras aguante uno”, porque además concuerda que ese momento se ve lejano cuando el ser humano hace lo que le apasiona.

“Todos mis compañeros a los 30 años se jubilaron, y yo, se me pasó el tiempo. Me sentía tan satisfecha de estar trabajando que no pensaba que iba a llegar un día a jubilarme”, indicó.

“A veces por la edad piensan que ya no servimos, antes de que nos lo digan, nosotros debemos de hacer las cosas, hay un dicho que dice al buen entendedor pocas palabras. El maestro sabe cuándo es el tiempo de jubilarse, hay quienes se jubilan rápido porque no les gusta mucho la carrera, pero vuelvo a repetir, a mí se me fue el tiempo como agüita”.

De un hecho está segura, que es probable añore no regresar a las aulas una vez que terminen estas vacaciones.

“Daba cuarto para las ocho y salía a la 1 de la tarde, me iba a la otra escuela y salía hasta las seis de la tarde, a las siete llegaba a casa, ¡como creen que no lo voy a extrañar!”, sostuvo Bucio Conde.

Con la vocación de la docencia en la sangre

La profesora Rosa Virginia creció en las aulas, mirando a las mujeres de su familia enseñar. “Todas las de la casa fuimos maestras, desde mi abuelita, mi mamá, todas mis tías. Eso es lo que vi, estar en una escuela”.

Egresada de la Normal Benito Juárez en Pachuca, la maestra recién jubilada platicó que comenzó su vocación en la escuela Héroes de Celaya en Guanajuato, luego se trasladó a Zempoala en el plantel Justo Sierra.

Tiempo después pidió su cambio a la capital hidalguense, y dio clases en la escuela Pedro María Anaya.

“Quise trabajar en Jardín de Niños, pero no soy maestra que tenga bonita voz. Los niños a esa edad vienen saliendo de casa y quisieran tener a mamá ahí. Siempre tuve quinto y sexto grado”.

Y así conoció la imagen de lo que era ser maestro o maestra, en ese tiempo alguien respetado. Compartió que “ahora los niños se salen de su curso, son capaces de discutir con usted (maestra) hasta insultarla”.

“Eso es lo que estamos viendo, ya no hay el respeto que antes se tenía con el maestro, y sobre todo porque estamos llegando a una época que los papás ni los educan, ni dejan que los eduque uno”.

Sin embargo, sostuvo que, si tuviera la oportunidad de vivir otra vez, sin meditarlo un segundo, volvería a ser maestra de nuevo. “Es la mejor carrera que existe, más que cualquier otra. Son los que preparan médicos, ingenieros, maestros, todo”.

Ocupará su tiempo en viajar

Cuestionada sobre lo que le gustaría hacer tras retirarse de la enseñanza, la maestra Rosa Virginia dijo que ocupará su tiempo en viajar. “En paz descanse mi difunto esposo viajamos mucho, ahora él no está, lo voy a hacer por medio de un tour”.

La también madre de dos abogados y una mujer normalista como ella se sincera y señala que “casi todos los maestros no atendemos a nuestros hijos como debe de ser, toda la vida me la pasé trabajando y no tuve toda la atención que debía de tener con ellos”.

“Atiende uno mejor a los hijos de otras personas”, sostiene al mismo tiempo que opina es injusta esa mala fama que tienen los maestros, ya que además aseguró “no es lo mismo tener un niño en su casa que tener 30 o 40 en un salón de clases”.

Docentes deben escuchar a niños y niñas

“Me gustaba mucho platicar con los alumnos, yo siempre pedí quinto año porque son niños investigadores. Me causaba sorpresa que ellos sabían muchas cosas que yo no sé”, admitió la maestra.

Y, por otra parte, sostiene que los profesores además de tener paciencia, deben escuchar a los niños y niñas, “porque sabe uno por qué su comportamiento, va uno sabiendo muchas cosas de su casa, de ellos mismos”.

“En una ocasión abracé a una niñita, pero empezó a quejarse, , dijo, tenía los cinturonazos marcados. Se intervino. Un caso que recuerda mucho, en tantos años muchas cosas pasaron, los maestros descubrimos muchas cosas al conversar con los niños”.

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