Roberto Villa Torres, un talentoso baterista de 29 años, ha logrado convertir su pasión por la música en una carrera internacional que lo ha llevado a tocar en cruceros, festivales y escenarios de todo el mundo.
Originario de Pachuca, aunque nacido en la Ciudad de México, demuestra que con dedicación y esfuerzo es posible abrirse camino en una industria que, a menudo, presenta retos significativos para los artistas. Graduado en música por el Instituto de Artes (IA) de la Universidad Autónoma del Estado (UAEH), Roberto ha complementado su formación con residencias internacionales y estudios especializados en jazz e improvisación.
Desde pequeño, la batería ha sido su canal de expresión, un instrumento que, según cuenta, lo llamó casi de manera visceral. “La batería satisface esos impulsos casi primitivos de desahogar toda la energía”, reflexiona.
Roberto inició su carrera musical en la iglesia a los 8 años, donde aprendió sus primeras lecciones, sin embargo, su trayectoria ha sido una constante evolución. Durante su paso por la universidad, se enfrentó a un choque de identidades al exponerse a nuevas ideas y filosofías que lo hicieron replantear su enfoque profesional y personal.
Este proceso lo llevó a explorar nuevos horizontes, alejándose de las limitaciones que encontraba en la música religiosa y abrazando la libertad que le ofrece el jazz. Desde 2022, su talento lo llevó a ser contratado por compañías de cruceros, experiencia que describe como enriquecedora, pues le permitió ampliar su repertorio musical y explorar diferentes estilos, desde big band hasta funk y pop.
Su pasión, sin embargo, sigue siendo el jazz, género en el que encuentra la máxima libertad para expresarse y crear. Roberto también trabaja en proyectos musicales junto a su esposa, Karen Chablé, destacada cantante originaria de Campeche.
Juntos han creado un proyecto que fusiona soul, funk y jazz, con el objetivo de llevar su música a nuevos públicos. Además, está a punto de culminar la composición de su primer álbum como solista, un trabajo que promete ser una mezcla de jazz tradicional con influencias de la cultura popular mexicana, como la cumbia y el funk.
A pesar de su éxito, Roberto reconoce los desafíos que enfrenta como artista, desde la falta de oportunidades económicas hasta el poco reconocimiento que a veces reciben los músicos. Sin embargo, mantiene una filosofía de perseverancia y equilibrio, inspirada en la frase del pianista Kenny Werner:
“Sé bueno contigo mismo”. “Es fundamental avanzar a nuestro ritmo, ser pacientes y amables con nosotros mismos. Perseguir nuestros sueños es clave, pero también lo es disfrutar el proceso y recordar que somos humanos”, comparte con una sonrisa.
Con una carrera en ascenso, Roberto Villa es un ejemplo de cómo la pasión, el esfuerzo y una visión clara pueden llevar a los artistas a conquistar sus metas, sin olvidar la importancia de ser fieles a sus raíces y valores.




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