Quo vadis Ministerio Público

Quo vadis Ministerio Público

DESDE LO REGIONAL

Raul Arroyo
Diciembre 1, 2025

Dejemos a la academia el examen jurídico de las formas; a la comentocracia la explicación política y de los efectos en el gobierno; al análisis técnico, las posibles consecuencias para la economía nacional; a los observatorios ciudadanos, la revisión de la gestión concluida y a los partidos, la calificación y el recuento de daños; a los mentideros, la elucubración del trasfondo y el personaje; a las redes sociales, la reacción de la sabiduría popular.
Lo importante aquí, del relevo en la titularidad de la Fiscalía General de la República, es identificar el estado de una institución fundamental para la viabilidad de la república, responsable de la perseguir los delitos.
Próximo a cumplir 109 años de su traslado del Poder Judicial al Ejecutivo, y 12 de la reforma para insertarlo en la lógica de los organismos autónomos, el Ministerio Público pareciera estar cada día más descolocado en el sistema constitucional y próximo a ser rebasado hasta la inoperancia.

La apuesta por la autonomía para purgar sus vicios no solo fracasó, contaminó la salud de la nación al crear una entelequia corrosiva: normalizó la farsa en detrimento de la legalidad.

La pretensión no pasó de la norma, se estrelló ante la realpolitik: el poder político no cedió el control de sus resortes, ni siquiera para modularlo públicamente. Abundan declaraciones y actitudes desde los poderes ejecutivos, federal y locales, invasivas de las fiscalías autónomas.
Impúdicamente adelantan determinaciones ministeriales, antes de las imputaciones en los juzgados, acusan en los medios; exhiben el rumbo de las investigaciones, e igual orientan o descalifican la integración de las carpetas, sin recato denuestan y amenazan el ejercicio directo de la responsabilidad, por si alguien pretende ejercer su facultad autónoma.

Uno de los ejes elementales del diseño, clave para materializarlo, también hizo agua por ajeno a la práctica en el ejercicio del poder en México: la transexenalidad del mandato. Es posible negociar la inclusión de una persona proveniente de la oposición; pero nunca alguien con identificaciones en el pasado.

El evidente resultado de la pretendida autonomía quedó en una contribución más al descredito de la institución, de por sí demeritada en el ánimo social, y a la erosión de nuestra ya precaria cultura de la legalidad. Aciertan quienes ven en los acontecimientos recientes el último clavo de su ataúd.

Algo positivo del debate por la reforma judicial, fue exhibir las debilidades de la procuración de justicia y el sistema policial; ahora, la presidenta Sheinbaum anuncia el propósito de alcanzar la armonización de ambas funciones para resolver la seguridad pública. La circunstancia sugiere emprender el diseño de un modelo para el Ministerio Público sustituto del vigente, ante su palpable agotamiento.

De optarse por la vía del regreso a la dependencia del Ejecutivo – también lo adelantó ya la presidenta –, el costo de utilizar la facultad persecutoria de la delincuencia con otros fines, aumentará proporcionalmente a la fragilidad de la secrecía y la imposibilidad material de contener la observación crítica. Irremediablemente salpicarán en demérito del gobierno, al cual también puede beneficiar con buenos resultados. En ello irá la calidad de la persona designada para ejercerla.

Si se suma a la administración el funcionamiento del Ministerio Público, quien gobierne no tendrá argumento para justificar las falencias, se abonarán de inmediato a su cargo, más sin contrapesos. A la persona designada para ejercerla le acompañarán las posibilidades de éxito y fracaso, con los peligros inherentes.

Preguntas obligadas, ¿hacia dónde va el Ministerio Público?, ¿habrá una vía entre dependencia y autonomía?, y dejo por respuesta la voz de Amín Maalouf en la Feria del Libro de Guadalajara: “Reparar el presente e imaginar el futuro”.

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