Un par de semanas antes del 25N, varias periodistas se acercaron a mí a preguntarme sobre las convocatorias, si la organización de la que soy parte lanzaría alguna, si conocía a otras que sí fueran a convocar. La respuesta era negativa, no conocía, no iba a convocar. Desde ahí ya todo me empezó a incomodar.
El 25N llegó y tanto en Hidalgo como en otras partes del país no hubo marcha. En algunos lugares se hicieron algunos eventos pequeños a los que asistieron pocas personas. En otros más allá de los eventos naranjas institucionales, el día transcurrió como si nada importante estuviera pasando.
La nota en Hidalgo se enfocó en el fuerte operativo que el Gobierno del Estado tenía planeado con vallas de protección tanto al Palacio de Gobierno como al Reloj, recién restaurado, para evitar que otra vez las feministas rompieran vidrios y rayaran consignas y símbolos que representan el dolor, la rabia y el hartazgo. Al final se quedaron esperando, lo cual me dió un poco de satisfacción porque demostró los esfuerzos ridículos por reprimir cualquier clase de toma del espacio público.
Cuando hice memoria me di cuenta que el 8M y el 28s otros dos días importantes en la agenda feminista, de género y de las mujeres pasaron sin pena no gloria en el escenario público.
La toma del espacio digital es otra cosa, ahí si las redes se desbordaron de imágenes, videos, comentarios conmemorando los días.
¿Por qué ya no salimos a las calles?
Tengo algunas ideas, aunque puede que estén equivocadas, las comparto porque quisiera leer sus opiniones, necesitamos conversar sobre esto.
Creo que hay un cansancio general en los movimientos feministas y de mujeres. La falta de recursos, las disputas internas por el poder y el protagonismo, la frustración por no ver resultados tangibles, creo que han agotado al movimiento. Hay colectivas y organizaciones que han parado operaciones de forma definitiva, ya sea por estás situaciones o porque quienes integraban las colectivas ahora ocupan espacios en instituciones, partidos o gobierno, lo que desarticuló el movimiento.
También pienso que la gente está esperando a que nosotras, las que trabajamos en esto 365 días al año, también seamos responsables de convocar, cuando estos días son probablemente los únicos en el año dónde esperamos que las otras personas tomen la iniciativa para salir a las calles y marchar. Organizar una marcha requiere mucho esfuerzo y trabajo, aunque también puede desarrollarse orgánicamente y eso es lo que tendría que pasar.
Otra idea que tengo es que desde 2019, las marchas feministas han sido brutalmente reprimidas. El nivel de vigilancia y violencia que se usa para evitar el daños bienes ha sido tal, que ya marchar en las calles se ha convertido para todas las asistentes, encapuchadas o no, en una actividad insegura. O sea al final el objetivo de eliminar expulsarnos del espacio público se materializa.
Como última hipótesis, creo que la narrativa pública que se ha construido alrededor de las personas que participan en las marchas feministas como personas violentas, ha contribuido a la desmovilización.
Es una situación triste pero que nos invita a reflexionar urgentemente cómo ciudadanía porque lo que no puede pasar es que perdamos las calles y eso no es responsabilidad de unas cuantas personas, es de todes.
- Cronómetro Hidalgo | 10 de diciembre 2025
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