Ansiedad, estrés y obesidad: lo que la pandemia heredó a la niñez
“La forma de trabajo en casa me gustó”, mencionó José, quien está próximo a egresar de la primaria, aunque siente que comenzar el ciclo escolar con nuevos compañeros y maestros será complicado.
“Pude dedicar más tiempo a investigar, no se me dificultó entender. Sé que la secundaria será diferente y sentiré nervios porque no conozco a nadie y no sé cómo vamos a trabajar”, dijo.
Su hermano mayor, Jesús Garrido Cázares, continuó sus labores escolares en línea a finales del cuarto semestre de bachillerato, como parte de la Capacitación de Higiene y Salud; sin embargo, para él ha sido un reto adaptarse a esta modalidad.
“Es complicado aprender; nos explican cómo aplicar una inyección o tomar la presión, pero no hacemos la práctica y eso en un futuro nos va a afectar; algo que observé es que varios compañeros dejaron de estudiar; antes de la pandemia éramos 32 alumnos, ahora solo asistimos 17 o 20”, mencionó.
Un aspecto que consideró esencial para su desarrollo académico y social es la interacción con amigos y compañeros, ya que salir de casa y tener un momento fuera de la rutina es una motivación importante, y no solo por medio del celular o la computadora.
Para Verónica Cázares, madre de José y Jesús, el periodo de contingencia ha sido una etapa compleja. “Esta situación nos afectó a todos, ha sido un poco difícil adaptarnos a esta forma de trabajo, ya que no es el mismo apoyo que en la escuela, pero siento que les sirvió más estar en casa porque dedicaron más tiempo y empeño en las actividades”.
Ella estableció horarios para cumplir con las guías enviadas semanalmente por las docentes, apoyándose de libros e internet, pues no siguen la programación televisada; mantienen contacto por medio de mensajes y fotografías.
“Valeria dejó de comer por estrés”
Una historia con otros matices fue la que compartieron Verónica Jardínez y su hija Valeria Licona, quienes han vivido la transición y adaptación a la secundaria de una manera más paulatina.
“Cuando inició la pandemia Valeria aún cursaba el sexto grado de primaria, y el saber del cambio de escuela en estas circunstancias le provocó estrés, dejó de comer y por lo mismo bajó de peso, su estado de ánimo decayó, aunado a la pérdida de su abuela por Covid.
“Pasamos por momentos difíciles, ver a mi hija llorar y que estaba constantemente nerviosa porque no sabía cómo hacer su trabajo fue complicado; poco a poco y con ayuda de su hermano y su tía pudimos apoyarla para que se adaptara mejor”, recordó.
Valeria explicó que en lo que va del ciclo escolar todavía no conoce a sus compañeros más que por nombre, “sentiré nervios al entrar a la escuela, pero creo que será más fácil el trabajo y haré nuevos amigos”.
Al inicio del confinamiento, el gobierno federal decidió que las clases iban a continuar desde casa, lo que dejó al descubierto la realidad del sistema educativo y el entorno social y familiar en México.
Fue en marzo de 2020 cuando se determinó la pausa en las actividades escolares y el inicio de clases virtuales como alternativa ante la emergencia sanitaria.
Miles de niños y jóvenes estudiantes cambiaron las aulas por salas virtuales como parte de una nueva modalidad de estudio.
Profesorado: enseñar a contracorriente
La adversidad no es exclusiva de estudiantes y padres de familia, profesores de todos los niveles educativos, públicos o privados, han tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias.
Nallely García Ivey es profesora de primaria en la comunidad de Alcholoya, en el municipio de Acatlán, lugar con escaso acceso a red telefónica e internet. Su trabajo y el de sus 17 alumnos se realiza por medio de fichas que se entregan semanalmente y cuyas evidencias las recibe dependiendo la posibilidad de comunicación.
“Es muy difícil ver el desempeño de esta manera; de forma programada hacemos videollamadas para ver sus avances, sin embargo, se observan pocas cosas; siento que el aprendizaje se ha estancado, y con algunos niños he visto hasta retroceso”, expresó.
Por su parte, Brenda Luis Butrón, profesora en escuela particular, señaló que sus clases se realizan a través de plataformas virtuales, con el mismo horario y las mismas materias que en la modalidad presencial.
“Cuando se labora a distancia no tenemos control de cuántos niños realmente hacen sus trabajos solos; la evaluación para conocer el nivel de aprendizaje de los alumnos se verá hasta el regreso a las aulas, en tanto, nos corresponde seguir aprendiendo juntos”.
Ambas docentes coinciden en que el entorno familiar influye en el desempeño de los estudiantes, así como las experiencias vividas en contingencia.
Ansiedad y carencias afectivas, saldos del confinamiento
La ansiedad y estrés en medio de la pandemia han sido objeto de estudio en la población infantil de México. Regular y manejar las emociones permite una mejor salida conductual.
El neuropsicólogo Alan Castañeda Landaverde, del Hospital General de Pachuca, explicó en entrevista con La Jornada Hidalgoque las emociones se aprenden y adaptan en contextos de interacción social, como es el caso de las escuelas.
“Al no contar con las condiciones para poner a prueba sus emociones y manejarlas por medio del juego, la ansiedad es el síntoma psicológico presente que afecta negativamente el desempeño cognitivo y la capacidad de concentración de los niños”.
Puntualizó que el confinamiento perjudica la maduración a nivel cerebral y situaciones sociales adaptativas en edades de desarrollo, con lo cual, estima, “en el retorno a las aulas los niños llegarán con carencias no solo académicas, sino socioafectivas”.
También… sedentarismo y obesidad
Dos aspectos que se suman al desarrollo óptimo e integral de niños y jóvenes, y que se cumplían en buena medida dentro de los centros escolares, son la alimentación y el ejercicio, a través de clases de educación física, el recreo y, en algunas escuelas, el plato del buen comer.
La nutrióloga Alma Isabel Santos Díaz explicó que el cambio en las dinámicas escolares y hábitos diarios durante la contingencia por pandemia no necesariamente suman al cuidado de la salud en el ámbito alimenticio.
Detalló que, con el incremento en las actividades de los padres de familia, se modificó la alimentación para los hijos desde la cantidad y calidad, ya que ahora se busca optimizar tiempos con preparaciones rápidas y fáciles que no necesariamente tienen un aporte nutricional.
“Se está afectando a los niños porque no se mueven, no siempre comen bien, pero sí están comiendo más. Esta pandemia está generando niños obesos y que, si desde ahora no se atienden, en la etapa adulta va a ser más difícil tratarlos y revertir su condición de salud”.
Comenzar a generar empatía hacia padres, profesores y especialmente niños y jóvenes, será indispensable para entender que la pandemia y las limitantes que implica son experiencias en un proceso de adaptación paulatina.
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