Pablo González Cassanova, 101 años de lucha en México

Fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, simpatizante con el movimiento Zapatista y Cuba

Emblemático intelectual de izquierda, universitario consecuente con la defensa de la autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al punto de renunciar a la rectoría, y promotor de la causa zapatista y de la solidaridad entre los pueblos del mundo, Pablo González Casanova falleció el pasado martes a los 101 años. Icónico pensador de la izquierda latinoamericana se convirtió en uno de los grandes referentes de esta corriente a nivel regional.

Más de un siglo de vida que se reflejó en una prolífica y brillante trayectoria académica e intelectual caracterizada por una inclaudicable congruencia con su pensamiento de izquierda, patentizado en diversas facetas: su visión transformadora de la UNAM durante su breve rectorado en medio de una confrontación con el sistema; su indeclinable solidaridad con la revolución cubana e identificación con diversos movimientos revolucionarios de América Latina y su compromiso con la causa zapatista, a la que consideraba un movimiento emancipador y expresión de nuevas formas de la democracia.

Como parte de su actividad enmarcada en los círculos de la izquierda mexicana, González Casanova fue fundador de La Jornada nacional, donde siempre encontró un espacio para difundir sus reflexiones.

Hijo de Pablo González Casanova y Concepción del Valle, nació el 11 de febrero de 1922 en Toluca, estado de México. Su infancia se caracterizó por una titubeante trayectoria escolar, al punto de que su escaso rendimiento motivó que su padre lo sacara de la escuela para encaminarlo a una actividad extraacadémica como ebanista, según narra Luis Hernández Navarro en su texto “A contracorriente”, publicado en La Jornada.

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Muy pronto enmendó el camino y retomó su instrucción en las aulas, entorno en el que brilló durante décadas con grandes aportaciones en el ámbito sociológico y político.

Abogado egresado de la UNAM, González Casanova cursó la maestría en ciencias históricas en El Colegio de México y posteriormente, a los 28 años, se doctoró en sociología en La Sorbona en una vertiginosa formación académica.

Los inicios y sus libros

Pocos años después, en 1953, comenzó su largo camino como universitario al ingresar como secretario general de la Asociación de Universidades. Más tarde fue director de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, en 1957, que le permitió posteriormente presidir el Consejo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales que tenía su sede en Chile.

En mayo de 1970 asumió la máxima responsabilidad en la UNAM sin que aún se disiparan las tensiones en el campus universitario ni la efervescencia política y social en el país.

En medio de esa coyuntura y la llegada Luis Echeverría a la Presidencia, González Casanova emprendió su rectorado con una visión transformadora de la UNAM.

Avalado por el Consejo Universitario sobre la premisa del ejercicio de la autonomía universitaria, la ambiciosa reforma muy rápido lo confrontó con el sistema. En diciembre de 1972, el recién creado Sindicato de Trabajadores de la UNAM creó el escenario propicio para precipitar la dimisión de González Casanova.

A pesar de su renuncia se preservaron, como herencia de su gestión, la Universidad Abierta y el Colegio de Ciencias y Humanidades, con sus cinco planteles.

González Casanova tuvo invaluables aportaciones al análisis sociológico y político del México de entonces. En 1965, tres años antes del movimiento estudiantil, publicó uno de los libros más trascendentes y disruptivos en el país: La democracia en México.

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Cuatro años más tarde publicó otro libro de gran trascendencia: Sociología de la explotación, y posteriormente aparecieron El Estado y los partidos políticos y La hegemonía del puebloy la lucha centroamericana, entre los 24 libros de su autoría.

En 1986, González Casanova fundó lo que ahora se conoce como el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, instancia a la que renunció en 1999.

A lo largo de su vida, González Casanova tuvo un especial y fuerte vínculo con la revolución cubana, aunque su afinidad con la isla va más allá del movimiento revolucionario, pues reconoció el papel fundamental de José Martí en la historia de ese país y lo consideraba un antecesor del pensamiento socialista en la revolución cubana.

En el ocaso del salinismo lo colocó en un escenario que lo llevaría más allá de sus aportaciones como analista: el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), un movimiento con el cual se involucró al punto de ser considerado parte de la comandancia general, como el comandante Pablo Contreras, como reconocimiento a su compromiso con la causa indígena. Eso fue el colofón de toda una vida dedicada a la construcción de una visión alternativa para los pueblos en América Latina.

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