Nuestra salvación está en la ley

DESDE LO REGIONAL

Con la frase de Cicerón Salus civitatis in legibus est (La salvación de los ciudadanos se encuentra en la ley), integrada a la sugerente alegoría en su portada, ya circula en México una interesante compilación de breves relatos donde un centenar de autoras y autores abordan, en particulares enfoques, igual número de casos judiciales con un lugar notable en la historia universal.

Editado por la Fundación Vinatea Editorial, el volumen tiene en mérito reunir las aportaciones de un grupo identificado por su vinculación al ambiente del Derecho, con actividades distintas. La invitación fue a referir de manera literaria, con o sin visión jurídica, un proceso de particular interés por su impacto.

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La lectura de 101 relatos judiciales (España, 2022)ofrece,  anuncia el prólogo, “una variada paleta de colores para perpetrar un rango que discurre desde los relatos introspectivos, íntimos, centrados en el alma de sus protagonistas, alguno jocoso e irreverente, hasta otros más centrados en la técnica jurídica, en el proceso de lo que sucedió, abarcando diferentes ámbitos temporales, características personales, distintas materias jurídicas, diferentes modos de sentencias, cuya voz narrativa puede asumir  el juzgador, el acusador, el acusado, el defensor o incluso un jurado.”

A lo anterior añádase el interés alentado por cada uno de los textos, más allá del ambiente y el conocimiento propios  de la abogacía. Su narrativa invita a un reencuentro, con la ciencia jurídica desde luego, pero también con la historia, la política, la criminología, el arte. Y más importante: obliga a repensar la Justicia, la evolución de su  procuración e impartición,  el lenguaje indispensable para acercarla a las y los justiciables, la tecnología para agilizar y hacer más asertivas a sus agencias responsables,  efectivas, expeditas y de la más elevada calidad en sus resultados.

Ofrece esta lectura un recorrido de siglos, a través de acontecimientos identificados por su trascendencia histórica, la huella provocada por sus protagonistas, épocas, circunstancias de los hechos, dudas y yerros  en los  procesos penales ahí recordados.

También se observan las circunstancias de cada tiempo y personalidades, como a través de una lente por donde transcurre la evolución del pensamiento jurídico, desde el juicio donde se condenó a Sócrates a morir por corromper a los jóvenes, en 399 a. de C., relatado por el juzgador español Baltasar Garzón; hasta el efectuado en Nueva York a “el Chapo” Guzmán, en 2019, por diez delitos, varios relacionados con el tráfico de cocaína, abordado por el abogado valenciano Luis Porcar “Lliberós”.

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Por sus casi quinientas páginas desfilan personalidades tan disímbolas como Jesucristo y Galileo, Luis XVI y Abraham Lincoln, Oscar Wilde y Al Capone, Indira Gandhi e Imelda Marcos, monseñor Arnulfo Romero y Michael Jackson, David Copperfield y Fidel Castro, Nelson Mandela y Pol Pot; parejas,  Nicolae y Elena Ceaucescu, Ethel  y Julius Rosenberg.    También  Nirvana  y el Vaticano; igual episodios emblemáticos: las Brujas de Salem y  el juicio de Nurenberg, por ejemplo. Todas y todos situados en la órbita de la justicia.

En muchos episodios, con más, menos o sin fama, aparece la abogacía con toda su trascendencia en el desarrollo de la humanidad, sea en la función jurisdiccional, en fiscalías, defendiendo criminales o víctimas, así referida por las y los narradores, en triste contraste, cuando ahora es tan frecuentemente vilipendiada por la misma ola del desdeño a la legalidad.

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