“Hay recuerdos que no cicatrizan nunca.
Pasa el tiempo y la memoria no se difumina…”
Hank Kang. Premio Nobel de Literatura 2024
Tomé el nombre para la columna de esta semana, de un libro editado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la Editorial siglo XXI, donde se aborda la importancia de los estudios de la memoria que ha sido útil para los feminismos no solo como método de resistencia sino fundamental para lograr justicia transicional para Abya Yala y que además permiten entender el impacto de este sistema sobre los cuerpos y las subjetividades, estos estudios además “reivindican la praxis política feminista como hacedora de memoria disidente crítica y activista, no hegemónica”.
¿Por qué traer los estudios de la memoria? Porque cada vez que cerramos un año, hacemos precisamente un recuento de lo que nos dejó, pero son justo estos estudios donde se hace referencia a la importancia de la colectividad no solo como recuento sino como estrategia, hacer memoria no solo de lo personal, sino las implicaciones que tiene lo que ocurre alrededor de nosotras/os, como fuerza de democratización y de resistencia.
No podía ser de otra manera que traer para cerrar este 2024 a través de la buena noticia que nos dieron esta semana las madres/abuelas de la plaza de mayo al localizar al nieto 138; las abuelas de la Plaza de Mayo son una organización creada en los años 70’s en Argentina cuyo objetivo es localizar a niñas, niños y mujeres embarazadas para devolverles su identidad y sus familias, ya que fue la dictadura argentina la que estructuró un plan para arrebatarles, desaparecer, dar en adopción, dejarles en instituciones del estado como una manera de presión y represión de quienes luchaban contra la dictadura, pero ellas como parte de una estrategia y de exigir memoria y justicia desde ese año cada jueves caminan por la Plaza de Mayo en Buenos Aires, la noticia del encuentro del nieto 138, sirve para recordarnos la importante tarea que es la memoria colectiva de los movimientos sociales y de los feminismos, porque trasciende décadas, en varios casos además de memoria trae verdad y justicia, el libro que da título a esta columna tiene varios capítulos en el que como parte de los sentipensares y resistencias de nuestra región nos muestra que las causas no son perdidas sino esperanzadoras, que no se hace en solitario, sino con muchas, de distintas formas, respetando la diferencia.
Mi pecho no es bodega. No podía cerrar este 2024 sin dar las gracias a quienes han sido personas lectoras de esta columna, que muchas veces se ha convertido en espacio de denuncia, de algunos intentos de censura, trayendo la memoria colectiva en algunas columnas pero también segura de que el futuro lo podremos construir de otras maneras posibles a través de la educación popular, la pedagogía feminista y la justicia no punitiva, con enfoques preventivos y de protección de derechos. ¡Que así sea!