Mejor con inteligencia

Mejor con inteligencia

DESDE LO REGIONAL

Raul Arroyo
Enero 27, 2025

Puesto a conmemorar medio siglo de matrimonio, un feliz varón   emprendió la revisión del trayecto al lado de su esposa  con el recuento de daños sufridos, desde la ahora inusual petición de mano, entonces aduana indispensable hacia la cohabitación decente y bendecida.

Inicia relatando la entrada del responsable de conceder la mano, animado por unos tragos previos: sin mediar palabra avisó al solicitante su negativa a entregarle a su hija. La inmediata intervención materna solucionó el autoritario exabrupto haciéndolo pasar a la nostalgia por los años infantiles de la novia, quien así recibió una primera lección del inteligente ejercicio de la autoridad conyugal. 

La velada continuó con la elegante intervención de la madre del pretendiente. De refinada educación, atemperó la incomodidad compartiendo el sentimiento de autorizar la andadura  de una hija al altar en su propia experiencia.  Para cerrar el incidente, en un alarde de  machismo puro,  el novio solicitante comprometió resarcir la ausencia por él ocasionada en su inminente  familia civil, iniciando su descendencia con una niña tan agraciada como la futura esposa.

Continuó rememorando el ágape de bodas, cuando la flama de una vela alcanzó el vestido nupcial. Pudo ser una tragedia, por fortuna quedó  en susto y la inexistencia de la entrañable prenda entre los recuerdos familiares.  Siguió la reseña de los momentos desagradables en toda vida marital, por delincuencia, enfermedad, ausencias fatales, estragos del Covid, incidentes domésticos, de tránsito, en fin, los compartidos a lo largo de cinco décadas.

Hecho el recuento, ante la feliz permanencia matrimonial, resultaron insuficientes los daños para evitar la feliz celebración. Agradecido con esa dicha cambió el sentido original parafraseando a Octavio Paz: las trampas de la felicidad, decidió.

La evocación y el titulo modificado por el protagonista para enunciarla, me conduce a la actualidad de la compleja  relación binacional con nuestro vecino del norte, actualizada objetivamente por José Elías Romero Apis en Pleitos de vecinos (Excelsior, 24/I/25) donde concluye la importancia de una convivencia  inteligente, sin  denostaciones ni acusaciones recíprocas, durante las últimas tres décadas.

A finales del siglo pasado Alan Riding, periodista del New York Times,  advirtió en Vecinos distantes, un retrato de los mexicanos  (Joaquín Mortiz/Planeta, 1985), la peculiar vecindad, casi exclusiva en el  mundo, de dos países tan diferentes como México y  Estados Unidos, de contrastes tan impactantes, visibles solo cruzar la frontera como el de riqueza a pobreza, de organización a improvisación, de sabores artificiales a especias picantes, y otros más profundas: idioma, religión, raza, filosofía e historia.

 Entender a su “vecino distante”, puntualizaba Riding, es para  norteamérica una cuestión de interés propio y seguridad nacional;  para México gran parte de su política exterior es exhibir la independencia de aquella, y nuestros gobiernos recurren a la unificación del patriotismo para avivar la mexicanidad.

Como en aquella cena para la tradicional petición de mano, ahora estamos en una suerte de esgrima entre machismo e inteligencia femenina, aquel proveniente de la Casa Blanca, esta desde nuestro Palacio Nacional: es importante tener la cabeza fría, atender las órdenes ejecutivas más allá del discurso, dijo la presidenta Sheinbaum. La enseñanza está en salvar las trampas a tiempo.

En La libertad democrática  (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2023), al incluir en la tolerancia democrática el escuchar cosas desagradables e incluso detestables, el filósofo vasco Daniel Innerarity  nos recuerda la cita de Paul Valery: la diversidad humana se debe a la variedad de formas de hacer el ridículo.    

MHO