Antes de enviar esta columna, volví a buscar noticias sobre el estado de salud de Karely Yamileth, hija de Lupita Tiktok, una influencer regia que en las últimas semanas ha estado en el ojo del huracán de la prensa y la sociedad. De nueva cuenta las notas refieren que Karely falleció en el transcurso de la noche. Es la tercera ocasión en estas dos semanas que leo que Karely murió, en cada una de las ocasiones anteriores los mensajes que la gente ha dejado alrededor de la noticia parece que son de alivio, les da tranquilidad que Karely ya no sea criada por una mujer con discapacidad. A los mensajes de alivio y un supuesto pésame, le acompañan otros furiosos que piden que las personas como Lupita sean esterilizadas, que “especímenes” como ella no deberían reproducirse.
La tragedia que Lupita, Karely y su familia están viviendo ha quedado documentada para la posteridad. Nos ha enseñado lo ruines que pueden ser las personas y los medios que se aprovechan de la vulnerabilidad de las personas, pero también que somos una sociedad eugenésica que siente un profundo desprecio hacia las personas con cualquier discapacidad, a las que se percibe como incapaces de tomar decisiones y, por tanto, a quienes se les niega autonomía y libertad sobre sus vidas.
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Me queda claro que Lupita estaba en un ambiente violento: con una pareja quien actualmente está privado de la libertad por la violencia que cometió hacia ella, que se jactaba en redes sociales de su relación, con una familia un tanto ausente y personas que vivían de la explotación de su imagen. En esas circunstancias es evidente que Lupita no tenía una red de apoyo para acompañarla a vivir su vida.
Ahora las redes sociales tienen en la mira a otra mujer con discapacidad, a Eva Rojas, que el año pasado tuvo una hija y que a través de las redes sociales ha compartido esta experiencia. A diferencia de Lupita, la familia de Eva está presente y han sido parte fundamental para el cuidado de ambas. No obstante, los medios y las personas están manifestando su “preocupación” por Anel ya que temen que tenga un camino similar al de Karely.
Tengo que decirles que eso no es preocupación, sino que es la incomodad que causan las maternidades disidentes, como la de Eva y Lupita, que hace que las personas, desde sus sillones saquen todos sus prejuicios hacia ellas por haberse atrevido a ser mamás y por ello piden que les quiten la custodia de las niñas y que ellas sean esterilizadas para no volver a reproducirse; en lugar de pedir y proponer alternativas para que puedan ejercer su maternidad de forma plena y que sus hijes también tengan garantizados todos sus derechos.
Aunque no tengo certeza del estado de Karely, lamento toda la situación que ella y Lupita están atravesando, el morbo y la saña con la que las personas, funcionarios, los medios las han tratado no lo merecían en absoluto. Ese desprecio por la discapacidad nos demuestra porque como humanidad hemos repetido una y otra vez actos en contra de otras personas solo porque no se ven como nosotres y sí, esto que paso no nos pone a reflexionar sobre la facilidad que tenemos para decir que vidas importan y cuáles no, ¿qué futuro nos espera?
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