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En un día que debería ser de celebración por el cumpleaños de su hija de tres años, Lizania Zavala alzó la voz en un acto de desesperación y valentía para exigir justicia.
La mujer, quien sigue buscando a su hija Cayetana, de tres años, y a su hijo Alejandro, de 10, denunció que ambos menores fueron sustraídos por su expareja desde el pasado 29 de diciembre del 2024.
Desde entonces, no puede verlos ni saber de ellos, enfrentándose a lo que describió como un caso de violencia vicaria, una forma de violencia de género que utiliza a los hijos como herramienta de daño hacia la madre.
La madre, quien tiene la custodia legal de los niños, relató entre lágrimas las dificultades que enfrenta, no solo por la separación de sus hijos, sino por la lentitud de las autoridades para actuar. Según explicó, los menores fueron localizados el 14 de enero en la casa de la abuela paterna, pero la falta de una orden de cateo a tiempo permitió que su expareja huyera nuevamente con ellos.
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“La ley es tan lenta que justifica y permite que estas personas logren su propósito”, denunció.
La mujer narró episodios de violencia económica, emocional y psicológica sufridos durante su relación, los cuales, según dijo, la llevaron a separarse para proteger a sus hijos de un entorno tóxico. Sin embargo, tras dejar a su expareja, asegura estar enfrentando una de las formas más crueles de violencia: el uso de sus hijos como herramienta de castigo.
“Un agresor vicario no es un buen padre”, señaló, destacando que este tipo de violencia no solo daña a las madres, sino también a los menores, quienes son expuestos a situaciones de estrés, manipulación y abandono emocional.
En su testimonio, hizo un llamado urgente a las autoridades para agilizar los procesos legales y trabajar con mayor rapidez en la localización de los menores.
“Son niños, son infancias. Cada día que pasa es un día más que están lejos de su mamá y con un agresor”, enfatizó.
A pesar de los obstáculos, la madre encontró apoyo en colectivos y en la difusión de su caso a través de los medios de comunicación, herramientas que considera fundamentales para presionar a las instituciones.
Asimismo, expresó su intención de crear una asociación para apoyar a otras personas en situaciones similares, con el objetivo de visibilizar la violencia vicaria y generar cambios en el sistema legal.
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“Quiero que mis hijos regresen a casa, pero también quiero que encuentren a una mamá fuerte, capaz de transformar todo esto en algo positivo”, aseguró.
Por último, envió un mensaje a otras madres que enfrentan este tipo de violencia:
“No dejen de luchar. Griten por sus hijos, porque si no haces ruido, no te escuchan”.
El caso, que ya cuenta con una ficha de búsqueda a nivel nacional, sigue en desarrollo mientras las autoridades trabajan en la localización de los menores.
La madre, por su parte, continúa incansablemente recorriendo calles, buscando pistas y exigiendo justicia.
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