Lesbofobia del estado
En contra del mar
En las últimas semanas me he dedicado a seguir a través de las redes sociales y medios de comunicación la historia de Julissa.
Julissa es lesbiana, con expresión de género masculina, originaria de Tabasco que se fue a Yucatán para alejarse de la violencia que vivía. En Yucatán trabajaba de albañila y tiene un hijo de 6 años. En octubre nació su segunda hija, acudió a un hospital perteneciente a los Servicios de Salud del Estado, el O’horan para recibir la atención. En este lugar solo encontró más violencia: por ser lesbiana, por ser racializada, por su educación, por la clase social, por las marcas de su cuerpo producto de la violencia que en el hospital decidieron que eran marcas por uso de drogas.
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Le arrebataron a sus hijos, no le dieron el certificado de nacimiento con el cual se puede tramitar el acta de nacimiento, el documento más importante para cualquier persona en este país. A través de este se garantiza el derecho a la identidad, a la filiación, a la salud, entre otros. Con este documento se acredita quién es tu familia.
Desde ese momento Julissa está luchando en contra de un estado conservador y de derecha que ha decidió que ella no puede ser madre por puros prejuicios.
La horrible experiencia que Julissa y su familia está viviendo representa una de las más crueles formas de violencia sistemática en contra de las lesbianas, que además no encuentra ni una justificación legal pero si se están instrumentalizando varias vías para despojarlos de sus derechos, su libertad y autonomía.
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En Hidalgo aún no se ha reformado la figura del reconocimiento de paternidad en la vía administrativa para que las familias lesbomaternales puedan reconocer a sus hijes de forma voluntaria sin necesidad de recurrir a un juicio. Aún necesitamos de un amparo para acceder a esta protección, que sigue perpetuando la desigualdad entre las familias y sus hijes.
El camino para erradicar la violencia es largo, requiere de constancia y de no guardar silencio ante todas estas injusticias.
Posdata: sigue sin publicarse la reforma a la Ley para la Familia para que las personas no binaries puedan reconocer su identidad.