Las mentadas palabras
Ideas Sueltas
Ricardo Ferreti de Oliveira es un exitoso entrenador de futbol. Con sus 67 años de edad, el hoy estratega de Ciudad Juárez, es mejor conocido por los aficionados como “Tuca”, “El Tuca Ferreti”, gracias a un apodo que le sobrevino cuando emitió su primer palabra siendo un bebé. Para quienes gustan del futbol no es desconocida la forma que tiene para expresarse el brasileño naturalizado mexicano, siendo la palabra “carajo” con la que más lo han vuelto famoso los memes que se hacen de él.
La manera tan desparpajada con la que habla El Tuca lo llevó en días pasados a pronunciar públicamente palabras que le ganaron una sanción por parte de la Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol que lo sancionó con una multa y la imposibilidad de estar en el banquillo dirigiendo a sus jugadores los próximos tres partidos oficiales. La sanción, fue notificada mediante un comunicado en el que se asentó que era porque Ferreti utilizó un lenguaje racista y discriminatorio.
Si bien en los deportes es donde más se utilizan palabras ofensivas para referirse al adversario, particularmente desde la tribuna, el ejemplo empieza a permear en otras esferas de la sociedad y las redes sociales son utilizadas por muchos para agredir, ofender, insultar, aprovechándose las ás de las veces en el anonimato que permiten estas herramientas digitales. Hay personajes de la vida pública muy identificados que digan lo que digan o hagan lo que hagan reciben de inmediato una andanada de insultos: desde el presidente Andrés Manuel López Obrador y su esposa Beatriz Gutiérrez Müeller, lo mismo que el ex presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala.
En esta guerra de descalificaciones nadie se salva. Todos quienes usan las redes están expuestos a ser linchados mediáticamente. Una palabra, un error, un desliz son suficientes para ganarse el cariño del respetable. Hay quienes justifican que quien no quiera ser objeto de estos mensajes que no se meta o no abra cuentas en las redes.
El insulto no se justifica en ningún lado, ni en la cancha de futbol, en las tribunas de los estadios, ni en las conferencias de prensa, como tampoco en las redes sociales. Tan condenables unas como otras. Pero cuando las mentadas palabras ofensivas llegan a la denominada más alta tribuna del país, el Congreso de la Unión, el tema adquiere otra dimensión. Es verdad que las Cámaras de Diputados o Senadores es donde más se privilegia la palabra para el intercambio de argumentos y contraargumentos, con pasiones encendidas si se quiere, pero siempre privilegiando el diálogo sobre la ofensa, el razonamiento sobre la descalificación.
De ahí que no se entienda que una legisladora, Marisol Gasé, diputada de Morena, haya usado un cartel con la palabra culera como respuesta a la intervención de la diputada del PRD, Olga Espinosa mientras se discutía el presupuesto de egresos. La agresión de una persona a otra no puede ser tolerable, pero una mujer a otra mujer, en la llamada legislatura de la equidad, es menos entendible y tolerable. Pero las respuestas, descalificaciones y agresiones contra la diputada Gasé en las redes sociales fueron en algunos casos igual o peor de agresivas que la que ella utilizó frente a su homóloga.
Por el momento todo queda en palabras, pero entre más se utilicen con la ferocidad con la que se usan, las palabras pueden pasar a otro escenario, no deseado por nadie.
Twitter: migueles2000
Comentarios: miguel.perez@hidalgo.jornada.com.mx
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