La ruta es Clara: abajo y a la izquierda

Alameda

La designación de Clara Brugada, como candidata de morena al gobierno de la Ciudad de México, no fue una decisión numérica, mucho menos estadística, sino política.

Bajo los términos establecidos desde un principio, Omar García Harfuch tendría que haber sido el abanderado basado en los 40.5 puntos que arrojo la encuesta a su favor en contraste de los 27.7 puntos de la ex alcaldesa de Iztapalapa, siendo la tercera mayor en comparación a las 8 entidades que también definieron sus procesos.

Entonces pues, la paridad de género fue una herramienta electoral aplicada –en este caso– para resolver una aberración política que estaba por consumarse, si bien el proceso no fue del todo idílico, abre una baraja de repercusiones y oportunidades.

Por otro lado, siempre he sostenido la premisa de que en política 1+1 no es 2, pero cuando extrapolamos esa premisa a lo estadístico, se vuelven elementos postizos ya que se supone se media la competitividad de Brugada ante Harfuch en la CDMX, no contra Sasil de León en Chiapas. Entonces, referenciando cuadros comparativos de primero y segundo lugar para comparar diferencias, hay quienes se empeñaron en mostrar un 2+2 para demostrar que el resultado era 3. De poco o nada sirvió una exhibición de transparencia para que al final terminaran sacando un as de la manga.

La interrogante que da pie a este texto es, ¿Cuál fue el motivo de esta decisión?, creo que la decisión pasa por una preocupación genuina de mantener la congruencia ideológica del movimiento.

Entiendo que decisiones políticas de un partido como morena, pasan por mantener los complicados equilibrios entre el materialismo político y los ideales fundacionales de un movimiento como el de la Cuarta Transformación, ¿o vamos a creer que los de la supuesta agenda verde o los priistas que siguen con las mismas practicas comulgan con el “no mentir, no robar y no traicionar”?

Es innegable que gracias al gran carisma, peso y fuerza política del Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha logrado impulsar una agenda social y política en favor de las y los mexicanos históricamente vulnerados, lo anterior ha tenido un costo que se ve reflejado en el debilitamiento de la congruencia ideológica.

Habría que preguntarse seriamente, ¿en qué momento obtener victorias a cualquier costo impone una factura impagable?, ¿hemos ya avanzado lo suficiente para apartar a las y los candidatos éticamente impresentables que se mantienen vigentes solo por el argumento de ganar elecciones?

Los naturales reacomodos frente al retiro político de Andrés Manuel López Obrador ponen en la mira estos temas, más cuando de segundos pisos se habla, pero la transición misma obliga a ajustar las estrategias hasta ahora empleadas, lo de Brugada es un gran paso en esa dirección.

Por Dino Madrid

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