La mano invisible

No hay cosas gratis

Estaba hace unos días platicando con un grupo de amigos cuando uno de ellos se refirió a la “mano invisible” para hacerle una crítica al capitalismo y al egoísmo que se le imputa, esta no es la primera vez que me pasa, ya en otras ocasiones he escuchado la misma crítica y normalmente lo que sucede es que si bien es un concepto muy conocido la realidad es que muchas veces está mal entendido. Dado que es una de las ideas más importantes del pensamiento económico me pareció buena idea dedicarle una columna y así podernos dar cuenta de su importancia.  

La idea es de Adam Smith, tal vez el economista más conocido de la historia, la expuso por primera vez a mediados del Siglo XVIII y era una idea más filosófica que económica, pero no fue sino hasta 1776, cuando publicó el que sería más tarde uno de los libros más importantes que se han escrito sobre economía, La Riqueza de las Naciones, que la idea tomó relevancia.  

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“La mano invisible” no es en realidad un concepto sino una metáfora que usó Smith para explicar la idea de que una característica importante de las personas es el intercambio y que este intercambio no se da por amor a los otros miembros de la sociedad sino por razones egoístas, lo curioso es que al hacer esto se beneficia a la sociedad. El panadero no se despierta a las 5 de la mañana porque quiera mucho a sus vecinos, de hecho a la gran mayoría ni los conoce, y no tiene mayor sentimiento de cariño hacia ellos que el que se puede tener por otro ser humano o por algún conocido, el panadero se levanta a las 5 de la mañana porque le interesa ganar dinero, ya sea para su disfrute o para el disfrute de su familia. El panadero se levanta porque así quiere ganarse la vida y al hacer esto le hace un bien a su sociedad proveyéndoles pan. Justo en esto último es en donde se hace uso de la metáfora, el individuo es conducido, como por una mano invisible, a promover un fin que no estaba dentro de sus intenciones. La metáfora, pues, no se refiere a que los mercados deban funcionar de manera libre y que sean guiadas como por magia para poder funcionar bien sino que es porque funcionan de manera libre, en competencia, que los individuos pueden escoger qué producir, pueden intercambiar, pueden obtener un beneficio para disfrute propio y pueden así, al mismo tiempo, ayudar a otros.  

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Ahora, ¿el individuo es egoísta y así una sociedad puede prosperar? Adam Smith lo explicó en su libro Teoría Sobre los Sentimientos Morales y la respuesta corta es, sí. El ser humano es un ser que subsiste en sociedad, todos los miembros de la sociedad nos necesitamos unos a otros, pero una sociedad, pensaba Smith, bien puede mantenerse unida por mera utilidad siempre y cuando haya justicia, los intercambios comerciales como vínculo, estamos juntos porque tú me das pan y yo te doy zapatos. Ahora, una cosa es que pueda subsistir y otra muy distinta es que esa sociedad sea feliz, lo que decía Smith es que una sociedad con vínculos como la amistad, el amor, la gratitud o la estima entre sus miembros, una sociedad benevolente, tiende a ser una sociedad más feliz. 

Así que espero que esto les haya servido para no ver a los mercados como algo frío, que si bien en las transacciones económicas nos comportamos de manera egoísta, los individuos tenemos sentimientos y también nos preocupamos por la suerte de otros, como al final los mercados están compuestos por personas y las personas quieren, aman o agradecen, si se puede lograr una buena sociedad, en donde las personas al mismo tiempo se beneficien al intercambiar, se puede crear de mejor forma riqueza y vivir de manera más feliz. 

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César O. González

Apasionado de la economía y la toma de decisiones. Siempre a favor de la libertad y la responsabilidad individual. Aquí se cree en la evidencia, no importa que tan difícil de creer sea algo, lo creeré si hay evidencia que lo soporte