La inteligencia no puede comprarse
El Surtidor
Decir que el proceso electoral que vive Hidalgo es histórico es un pleonasmo. Todas las campañas electorales son históricas, sin embargo, en la aún joven democracia de nuestra entidad, existe algo que hace del presente un momento particular y quizá irrepetible, ésta es la primera ocasión en que el poder hegemónico ejercido por el Partido Revolucionario Institucional durante 93 años en nuestro estado, no encabeza la preferencia de la gente al inicio de la campaña.
Los múltiples estudios demoscópicos dan fe de una realidad que no puede callarse: la institucionalización de la ideología priista del agandalle, la corrupción, la pobreza del pueblo y el enriquecimiento de unos pocos han gestado el malestar y desasosiego ciudadano de Hidalgo.
Sin importar cuál sea el número real de distancia, si son 25, 16 o 5 puntos de diferencia en las encuestas, lo irrefutable es que hoy y dentro de un mes que inicie la campaña electoral, Morena con sus partidos aliados está arriba y el PRI y sus aliados inician perdiendo.
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De 2018 a la fecha, el cambio de comportamiento electoral habla de una sola cosa: ya no vivimos en una democracia de autorización al antiguo sistema, entramos, aunque no se quisiera aceptar, a una democracia de ejercicio. Y éste es el punto medular al que tendrán que enfrentarse los candidatos virtuales a despachar en el ejecutivo estatal, no es suficiente el sistema de estructuras anquilosadas partidistas, se requiere del reconocimiento de la dignidad e individualidad de los ciudadanos.
Si antes la estrategia era que la gente no saliera a votar; si anteriormente los esfuerzos del discurso se cimbraban en las vías oscilantes entre la pasividad y el miedo, en 2022 la realidad de una vida híbrida entre lo digital y lo personal cambia completamente el método.
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El concepto del panóptico que Jeremy Bentham fundó en el siglo XVIII es quien impera en el presente. No estamos encarcelados, pero en uso de nuestra plena elección permanecemos eternamente vigilados. Y, cosa más importante, también somos los vigilantes.
Pierre Rosanvallon decía que vamos “De la voz del pueblo al ojo del pueblo. La voz del pueblo tradicionalmente ha sido la de las urnas, aunque puede tomar otras formas de expresión, como por ejemplo los petitorios o las manifestaciones en la calle. Pero en la época de la democracia de ejercicio, es también el ojo del pueblo el que aparece para jugar un papel significativo”. Al lado del ciudadano-elector, la figura del ciudadano que controla con su selección es la que predomina y sobre eso, sobre el ánimo, la opinión, la causa y el propósito individual de quien elige, es donde deberá centrarse el objetivo de quien quiere gobernarnos. Si los estrategas piensan que todo radica en un intercambio, de bienes o dinero, por un voto, tendremos que hacerles ver lo errados que están. La inteligencia de la gente no puede comprarse.