Karime Yaspik y la afirmación de la individualidad (nada más importa)
Circo Sónico
“Muy cerca, no importa que tan lejos/ No podría ser mucho más del corazón/ Siempre confiando en quiénes somos/ Y nada más importa”; así comienza en español “Nothing Else Matters”, una de las canciones más memorables que ha escrito Metallica y que desde sus primeras líneas apuesta por la libertad y la afirmación de la individualidad.
No me queda ni la menor duda de que Karime Yaspik amaría que un texto acerca de ella inicié con una pieza mayúscula de su banda favorita… una que además nos hace pensar en la construcción de la identidad, algo en lo que empeñó buena parte de su tiempo terrenal.
Nada sustituye al mundo real… ni siquiera el arte -que a veces es mucho mejor-; en la ficción es posible dar marcha atrás… en nuestro plano no queda sino el sentimiento de lo irremediable. Ante la pérdida de una mujer tan generosa (este viernes 7 de abril, apenas a un mes de cumplir 48 años,) no tardan los pensamientos en cascada al respecto del sentido de la existencia.
Se trata pues de celebrar un legado y no de buscar explicaciones en dónde no las hay; prefiero el recuento memorioso acerca de alguien que rompió el canon tradicionalista al decantarse como una intensa amante del heavy metal en medio de una Pachuca que seguía siendo conservadora; quienes la conocimos sabíamos que detrás de su belleza latía una sensibilidad que amaba los riffs más filosos y los solos de batería que arremetían como una manada de búfalos.
Y no me queda al seguir pensando en ella sino insistir en su vínculo con Metallica: “La vida es nuestra, la vivimos a nuestra manera… Y nada más importa”.
Siempre ofreció un ejemplo de perseverancia al adentrarse un poco tarde en los estudios formales de temas administrativos y financieros, mismos que alternaba con la práctica del boxeo y muchas horas en el gimnasio, quizá tantas como las que pasamos dedicados al gozo y al hedonismo noctámbulo.
Por eso es que Karime era un gran ejemplo acerca de la versatilidad y la construcción de la identidad; se desarrolló como una solvente madre de dos hijas sin que ello le impidiera disfrutar de la música y los placeres que de ella emanan. “Mente abierta para una visión diferente/ Y nada más importa”.
Para seguir demoliendo los clichés, se distinguía por un trato afable y aterciopelado… dejaba la rudeza para las canciones, para los festivales, para los conciertos y para esas noches que se hacían pequeñas al momento de escanciar gotas de libertad en elixires rockeros.
Las enfermedades son incomprensibles… allí no hay conclusiones aceptables; por eso es necesario exaltar una vida de esfuerzo, búsqueda y libertad. Karime Yaspik se entregó por completo y no aceptó limitante alguna… quiso siempre que la épica que emana de las grandes canciones metaleras permeara también en su día a día y lo logró. No seremos pocos los que echaremos de menos a una mujer integral, peleadora incansable y madre y amiga ejemplar.
No siempre se requieren gestas heroicas… con ser un buen ser humano se logra muchísimo y el rock es el complemento perfecto.