Golpeando la nostalgia: del Penta a Carlos Robledo y Danny Wankatanka

Golpeando la nostalgia: del Penta a Carlos Robledo y Danny Wankatanka

Muy a la distancia recreó la noche en que asistí al Tutti-Frutti con sueter de rombos rojos y zapatos bostonianos, como un acto neoyeyeista que sacara de onda a los feligreses darketos.

Juan Carlos Hidalgo
Abril 21, 2025

CIRCO SÓNICO

Durante los últimos días me persigue una sensación de nostalgia en torno a la cultura rock; primero por visitar uno de los bares insignia de la Movida madrileña y luego, mientras le daba vueltas a la idea de un cierre de ciclo, se dieron los fallecimientos del músico Carlos Robledo y Danny Yerna o Danny Tutti o Danny Wankatanka, un animador de la contracultura e impulsor clave del piercing y los tatuajes.

Mientras llegaba el momento de comenzar a teclear, me acompaña la lectura del espléndido libro Dios fulmine a la que escriba sobre mí , creado por la mexicana Aura García-Junco en pos de reflexionar acerca de la figura de su padre, el escritor de culto, tallerista y promotor conocido como H. Pascal.

Este extraordinario trabajo de evocación y resignificación me permite citar: “La memoria, ya se sabe, es una cosa curiosa: los recuerdos no son un archivo cerrado, sino una reconstrucción de fragmento almacenados en varios lugares del cerebro. Cada vez que recordamos, en realidad, imaginamos”.

Gran hallazgo el de esta frase que se completa de la siguiente manera:

Imaginamos, además, desde el ahora, con las mismas barreras y virtudes cognitivas con las que habitamos el mundo presente”.

Habitando el presente incursioné en el legendario garito del barrio de Malasaña, estrechamente ligado al músico Antonio Vega, quien en “La chica de ayer” menciona al Penta como un sitio al que solía frecuentar para seguir escribiendo sobre amores imposibles y encontrar a los personajes más variopintos en un Madrid atascado de libertad tras la muerte de Franco y el paso hacia la democracia.

Era un momento de gloria, pero también me sentí como en una especie de museo, como en un lugar a la vera del tiempo… quizá me equivoque, pero sentí que su halo no se prolongará demasiado; el DJ afirma que siguen teniendo mucho impacto y que ahora el verdadero problema es el aforo limitado por el Ayuntamiento.

Mientras pinchaban un video de Loquillo me sentí en un sitio de peregrinaje, que se completa con una pasada a La vía láctea -ubicado a corta distancia-. Era como estar dentro de una novela o en varias a la vez en realidad, pero siempre ante una sensación de enorme nostalgia.

Lo mismo que ahora que suena Film, ese espléndido disco de Casino Shangai -editado en 1985- y donde imaginaron un espacio mexicano para el New Romantic y la New Wave… allí estaban, entre otros, Walter Schmidt y Carlos Robledo -tremenda mancuerna-.

En varias de sus incursiones contribuyeron a imprimir glamour y sofisticación al rock nacional… algo escasísimo por aquellos días.  Robledo fue también miembro de Size y Decibel… protagonista de noches flamígeras en el Hip 70, el 9 y entre el surgimiento del primer Rockotitlán todavía.

Carlos Robledo fue un músico inclaudicable y una figura a la que considero muy subvalorada… tengo la certeza de que el tiempo habrá de poner en perspectiva a El poeta del ruido y será ponderado en todo lo que vale su legado.

Su partida cierra una página crucial para la historia del underground en México… en esas andábamos, cuando recibimos la noticia de que también había muerto Danny Yerna, quien ejerciera de un DJ importantísimo pinchando rock en el legendario Tutti-Frutti Bar; él contribuyó a la formación musical de todos aquellos involucrados en el gótico, post-punk, industrial, psychobilly y otros muchos ritmos.

Años después se convirtió en una pionero no a la hora de tatuar, sino de promover su estudio y ejercicio con una perspectiva seria y casi académica que le llevaba a dar conferencias. En Pachuca lo tuvimos en una Feria de Libro del Consejo de Cultura; su sólo físico aportaba una experiencia memorable en sí misma.

Muy a la distancia recreó la noche en que asistí al Tutti-Frutti con sueter de rombos rojos y zapatos bostonianos, como un acto neoyeyeista que sacara de onda a los feligreses darketos. También me acuerdo de la última vez que vi a Carlos Robledo… fue en casa de Walter, al terminar una entrevista que hacíamos en mancuerna con Marco Patiño; Carlos arribó al final con la sutileza que le caracterizaba.

En fin… ha sido una estela de cineastas y músicos que han trascendido a otro plano; estamos atestiguando el cierre de un ciclo histórico… tal parece que no nos queda más que seguir golpeando a la nostalgia… regodeándonos en recuerdos -reales o reimaginados- de tiempos de auténtica épica y rock and roll.