Gaza: el genocidio que el mundo mira de reojo

Jorge González Correa

Gaza: el genocidio que el mundo mira de reojo

Cada día, cada semana, Israel elimina vidas palestinas con una sistemática combinación de hambre, bombardeos y bloqueo. Y mientras eso ocurre, el mundo apenas parpadea.

Jorge G. Correa
Agosto 14, 2025

Sin protocolo

El genocidio en Gaza no ha ocurrido de un solo golpe. Ha sido una masacre administrada con precisión quirúrgica, a cuentagotas. Cada día, cada semana, Israel elimina vidas palestinas con una sistemática combinación de hambre, bombardeos y bloqueo. Y mientras eso ocurre, el mundo apenas parpadea.

El número de muertos deja de ser un dato y se convierte en una rutina: 40, 60, 120 asesinatos cada tercer día. Mujeres, niños, médicos, voluntarios. Todos en fila para morir. La comunidad internacional repite las palabras “preocupación”, “llamado a la paz”, “investigación independiente”, pero los misiles no se detienen. Al contrario: se perfecciona el modo de matar.

Y ahora, además del exterminio de una población, se suma la ejecución de la verdad.

Este domingo, Israel mató a seis periodistas en Gaza. No fue un fuego cruzado, no fue un error. Fue un ataque deliberado contra una carpa de prensa colocada frente al hospital Al Shifa. Entre los muertos están los corresponsales Anas al-Sharif y Mohammed Qreiqeh, y tres camarógrafos de Al Jazeera. También murió un reportero independiente. No estaban armados. No disparaban. Lo único que empuñaban era una cámara y un micrófono.

El ejército israelí, sin pruebas, acusó a uno de ellos de pertenecer a Hamás. No explicó por qué murieron los demás. No presentó evidencias. Simplemente ajustició periodistas. Y volvió a salir impune.

La cadena Al Jazeera calificó el hecho como un “asesinato selectivo” y una “flagrante violación de la libertad de prensa”. La ONU lo condenó como un crimen de guerra. Pero ¿de qué sirve la condena si no hay consecuencias?

El primer ministro de Qatar lo dijo con claridad: la comunidad internacional ha fracasado. Las leyes, los acuerdos, las instituciones, todo se muestra insuficiente ante un régimen que ha optado por erradicar no solo a un pueblo, sino también a quienes cuentan su historia.

La estrategia de Israel va más allá de los cuerpos: busca el silencio. Sin periodistas no hay imágenes. Sin imágenes no hay indignación. Sin indignación no hay presión internacional.

Es un genocidio con dos frentes: el pueblo palestino y quienes lo documentan.

Y mientras eso ocurre, países democráticos siguen vendiendo armas a Israel, plataformas tecnológicas mantienen sus contratos y muchas empresas siguen haciendo negocios como si nada pasara.

El silencio también mata.