Fortalezas de Pachuca

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Garlito

Sea crea o no, alguna vez Pachuca fue emporio económico, circuló mucha plata, el empleo abundó, en torno a la extracción de metal se desarrollaban otras actividades, dando a la ciudad un estatus progresista y de localidad principal, por allá en el siglo 17; había ricos, pocos no más de una decena y miles de pobres, atracción para salteadores de caminos, bandidos que se apoderaban de oro y plata, el diezmo del clero y el quinto del Rey, quinta parte de todos los usufructos, para proteger los dineros, se construyeron fortalezas, hoy ignoradas.

Foto: Carlos Sevilla

Cajas

El trajín de la vida cotidiana, la movilidad de gente y vehículos, pero sobre todo el mal hábito de los seres humanos de caminar con la vista baja o por lo menos al nivel de la altura humana; observamos rostros, cuerpos, banquetas, baches y basuras, pero pocas veces alzamos la mirada y observamos las alturas, las partes altas de las calles de las casas y edificios, las antiguas ventanas con sus herrajes, remates de construcciones, balcones, terrazas o simplemente azoteas, la ciudad es una a ras de campo y otra por lo menos a dos metros del piso.

Foto: Carlos Sevilla

Fortaleza, castillo o fortificación, es el nombre que se le da a dos edificios de tan pachuqueños que son ignorados, por quienes deberían informar al turista o lugareño la importancia de esas paredes, tal vez también lo ignoran; en 1670 se decreta crear unas Cajas Reales en Pachuca para recabar todo lo concerniente al dinero del reino español, donde también sería casa del Alcalde Mayor Alférez y Colector Real (cuantos quisieran llamarse hoy así); casi cien años después en 1775, se termina la construcción del edificio que hoy conocemos como Las Cajas, primer sitio de protección de valores y resguardo, en ambas fechas los pobres del pueblo aportan su trabajo; construcción sobria que hoy a sus pies decenas de vendedoras de hortalizas y un paradero de transporte público lo adornan.

Blindadas

Otra fortaleza pachuqueña, que a todo niño encantó y provocó preguntas, interés, mitos, qué si un castillo de verdad, qué si un cuartel o una cárcel y ninguna explicación porqué una escuela tenía tan impresionante fachada; creada exactamente para los mismos fines, resguardar y proteger las riquezas, aquí era ya la ganancia bruta de particulares, con el descuento del quinto del Rey y el diezmo, en pocas palabras capital e intereses de los dueños de las minas, los empresarios Mackintoch, Ballengue, Escandón y Belstegui, creadores de la compañía minera más conocida, una vez consumada la independencia.

Foto: Carlos Sevilla

Hoy escuela Justo Sierra, fue Las Cajas Grandes, edificio de ladrillo rojo de 87 almenas, remate de la construcción, se utilizaba para vigilancia o defensa armada en su caso, característica de castillos, dando al edificio un aspecto militar y palacio medieval oscuro, en la portada 2 torreones con 2 troneras, es decir dos hendiduras por donde disparar al enemigo, desde antes de 1824 y hasta 1858, funcionó como protección a las ganancias que el pueblo veía irse para nunca volver; edificado por los popularmente llamados aventureros ingleses y conforme a su cultura, en el patio trasero, hicieron un huerto, dejaban pasar a niños, viudas y gente pobre a recolectar frutas y verduras, como parte al servicio de la comunidad, quizá por ello se respetaron sus enormes muros.

Fortalezas de Pachuca, edificios construidos entre la colonia y los albores del México independiente, sitios de la vieja ciudad símbolos del pasado y en el futuro deberían ser orgullo; municipio, turismo y cultura, se ven lentos y despistados, no existe información actual sobre estos monumentos arquitectónicos, ni para conocimiento de los ciudadanos ni para los muy pocos turistas, cultura ignora casi todo; datos curiosos: la escuela Justo Sierra fue cuartel durante la Revolución y escuela a partir de los años 50´s; Cajas Reales, fue prisión por una temporada para Servando Teresa de Mier en 1817, hospedaje para Maximiliano el 26 de abril de 1865 y abasto de azogue que era monopolio del imperio.

Foto: Carlos Sevilla

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Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días