Experimentar el presente
El Surtidor
En febrero de 2015 a Oliver Sacks le informaron que le quedaban seis meses de vida. En consecuencia a esta noticia, el profesor de neurología que transformó la narrativa médica de nuestro tiempo, publicó una serie de ensayos donde se reconciliaba con el mundo; uno de estos ensayos fue: “De mi propia vida”, donde apunta: “En los últimos días he sido capaz de ver mi vida desde una gran altura, como si fuera un paisaje, y con una percepción cada vez más profunda de que todas sus partes están conectadas. Aunque eso no significa que ya no quiera saber nada de la vida. Por el contrario, me siento intensamente vivo, y quiero y espero, en el tiempo que me queda, estrechar a mis amistades, despedirme de aquellos que amo, escribir más, viajar si tengo fuerzas y ser capaz de comprender y conocer más y mejor. Para ello hará falta audacia, claridad y llamar a las cosas por su nombre; intentaré saldar cuentas con el mundo. Pero también habrá tiempo para divertirse (e incluso para hacer un poco el tonto). De repente veo las cosas con claridad y perspectiva. No queda tiempo para lo superfluo. Debo concentrarme en mí mismo, en mi trabajo y mis amigos. Ya no veré cada noche el noticiero de televisión. Ya no prestaré atención a los políticos ni a los debates sobre el calentamiento global. No se trata de indiferencia, sino de distancia”.
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Ángel Gabilondo Pujol escribió hace más de una década que “El futuro no se reduce a lo que no está aún. Ni siquiera sólo a lo que ha de llegar. Se constituye fundamentalmente por quienes han de venir. Pero para ello, nosotros habremos de ser su pasado. Ser el futuro de lo que fue y de los que fueron no siempre es fácil. Nuestra acción podría incluso perjudicar a lo ya ocurrido, que en alguna medida es presente porque no cesa de suceder. Pero ser el pasado de quienes vendrán requiere en gran medida ser el porvenir de quienes fueron. Y tanto para lo uno como para lo otro se precisa, al menos, de la generosidad de no limitar lo que importa a lo que nos ocurre. Y menos aún a lo que hacemos nosotros. Fuera de eso nada merecería la pena. Sin embargo, ni siquiera lo que sucede, y nos sucede, se agota en lo que nos pasa. Es lo que tiene ocuparse del presente, que no se hace bien si uno olvida el pasado, su pasado. Descuidar el pasado es desatender el presente”.
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Entre la distancia del lejano inicio de enero de 2022 y el angustiante arribo del 31 de diciembre del 2022. Ahora que el año termina y, desafortunada o afortunadamente, caemos en cuenta de que otro ciclo más se nos está acumulando en el cuerpo y la memoria, las visiones de Sacks y de Pujol se vuelven complementarias. Pero también son divergentes, en un sentido nos trazan un derrotero a la claridad para entender al mundo y por otro lado nos ayudan a cuestionar la existencia. Como si camináramos sin rumbo en el filo de una navaja de dos filos, como si comprendiéramos que es la vida quien nos pesa y nos pasa. Al igual que soñamos el futuro recordando el pasado y experimentando el presente.